REFLEXIONES CONTRA LA RELIGIÓN



MARK TWAIN, ESCRITO EN 1906

Nuestra Biblia nos revela el carácter de nuestro Dios con exactitud minuciosa y cruel. Se trata claramente del retrato de un hombre –si es que es un hombre tan cargado y sobrecargado de impulsos cuya maldad va más allá de todo lo humano, es imaginable en un personaje ahora que Nerón y Calígula están muertos- con quien quizá nadie  desearía alternar.
En el Antiguo Testamento sus actos revelan una y otra vez Su naturaleza vindicativa, injusta, avarienta, despiadada y vengativa. Siempre castiga –castiga delitos insignificantes con una severidad mil veces superior, castiga a niños inocentes por la culpa de sus padres,; castiga a poblaciones inofensivas por las culpas de sus gobernantes; y llega a rebajarse y desencadenar venganzas sangrientas sobre terneras y ovejas y cabras y bueyes inocuos, castigándolos por las transgresiones de poca monta de sus propietarios. (…) En comparación, Nerón es un ángel de la luz y una guía.

Decimos desfachatadamente que nuestro Dios es fuente de toda misericordia, pero sabemos perfectamente que no hay un solo caso auténtico en la historia en que Él haya mostrado esa virtud. Decimos que es fuente de toda moral, pero sabemos por Su historia y por Su conducta diaria, tal como la perciben nuestros sentidos, que Él no tiene absolutamente nada que se parezca a la moral. Lo llamamos Padre, sin escarnio, pero detestaríamos y denunciaríamos a un padre terrenal que inflingiera a su hijo la milésima parte de los dolores y miserias y angustias que Él dispensa a sus hijos cada día…

Se requiere de nosotros que sepamos perdonar a nuestro hermano setenta veces siete, y que nos demos por satisfechos y contentos en nuestro lecho de muerte si, al cabo de una vida piadosa, escapa nuestra alma del cuerpo antes de que el cura se precipite para proveerla de un pase mediante barboteos y velas y conjuros. También este ejemplo de clemencia puede calificarse de magnífico.


Si bien el Dios del Antiguo Testamento es un ser temible y repelente, por lo menos es coherente. Es franco y habla claro. No presume de moral o virtud alguna, más que con la boca. Nada se traduce en sus actos. Creo que es infinitamente más merecedor de respeto que Su yo reformado tal como la describe, con todo candor el Nuevo Testamento. Nada hay en la historia –ni en toda Su historia junta- que remotamente se acerque a la atrocidad de la invención del Infierno.

Cuando nos hace falta un Diluvio, nos remontamos a la antigua Babilonia y lo cogemos, y nos quedamos tan orondos y satisfechos como si realmente hubiera valido la pena. Lo admiramos y lo veneramos todavía hoy, y sostenemos que nos vino directamente de la boca de la Deidad, cuando en realidad sabemos que el Diluvio de Noé nunca ocurrió ni pudo ocurrir.

Si hay algo más divertido que la doctrina de la Inmaculada Concepción son los extraños razonamientos con que gentes ostensiblemente inteligentes se persuaden de que lo imposible queda demostrado. (…) Si la Inmaculada Concepción pudiera repetirse hoy en Nueva York no habría hombre, mujer o niño de esos cuatro millones de habitantes que se lo creyera –salvo quizá algunos chiflados feligreses de los Christian Scientists-.
Quien no cree en ella la ve como una invención de las más pueriles. Solamente a un dios se le podía ocurrir que la Inmaculada Concepción fuera una providencia amplia e ingeniosa y llena de dignidad. Solamente a un dios se le podía ocurrir que un Hijo divino obtenido mediante relaciones promiscuas con una familia campesina de pueblo podía mejorar la pureza del producto –empero ésa es, precisamente, la intención. El producto adquiere pureza– pureza absoluta, pureza sin mancha, mediante la grosera violación de las leyes humanas y divinas, tal como las expresan la constitución y los estatutos de la Biblia. (…) Mediante la Inmaculada Concepción no se podría purificar ni a un gato.

Hay una cosa notable en nuestro cristianismo: por malo, sangriento, despiadado, ávido de dinero y depredador que sea –particularmente en nuestro país y, en grado algo distinto, en los demás países cristianos-, sigue siendo cien veces mejor que el cristianismo de la Biblia, con su prodigioso crimen: la invención del Infierno. Según los criterios del cristianismo de hoy, por malo que sea, por hipócrita que sea, por vacío y hueco que sea, ni la Deidad ni Su Hijo son cristianos, ni están calificados para ocupar ese puesto relativamente alto. Nuestra religión es terrible. Las flotas del mundo podrían navegar con espaciosa comodidad en la sangre inocente que ha derramado.

En el curso de la última generación las potencias cristianas han concentrado toda su atención en la búsqueda de armas cada vez más nuevas y eficientes para matar cristianos –y, de paso, uno que otro pagano- ; la manera más segura y rápida de hacerse rico en el reino terrenal de Cristo es inventar un cañón que mate más cristianos de un tiro que cualquier otro.

¿Ha hecho la Biblia algo peor que empapar el planeta con sangre inocente? En mi opinión sí, pero sólo es una opinión y puedo equivocarme. Jamás hubo un niño protestante ni una niña protestante cuyas mentes no hubieran sido ensuciadas por la Biblia. Esta lectura no hay quien la evite. A veces los padres hacen lo posible por impedir el acceso de sus hijos a las horribles obscenidades de la Biblia, con lo que sólo logran estimular el deseo que siente el chico de probar el fruto prohibido; y lo prueba, lo busca a escondidas y lo devora con apetito y fruición. (…) Pero nada los protege de la letalidad de la Biblia. ¿Caben dudas de que los jóvenes buscan secretamente los párrafos prohibidos para estudiarlos con placer?

¿Creo yo que la religión cristiana prevalecerá siempre?  ¿Por qué habría de pensarlo? Antes que ella hubo mil religiones. Todas  están muertas. Hubo millones de dioses antes de que se inventara el nuestro. (…) El nuestro es, de muy lejos, el peor Dios nacido de la imaginación enfermiza del genio humano. (..) Pienso que la cristiandad y su Dios han de seguir la misma regla. Han de morir cuando les llegue su turno, y hacer lugar a otro Dios y a una religión más estúpida. ¿Qué será mejor que ésta? No. No es probable. La historia enseña que en cuestión de religiones progresamos hacia atrás, no hacia delante. (…)
¿Serán creyentes los nuevos adeptos? Por supuesto que sí. Han creído siempre en los millones de dioses y religiones con que les han llenado el buche. Nada es lo bastante grotesco e increíble como para que el ser humano medio no lo crea.

Bonito sarcasmo el nuestro al ennoblecer a Dios tratándolo de Padre, y, sin embargo, sabemos muy bien que mandaríamos a la horca a un padre de Su estilo, donde quiera que lo halláramos.

Según los rumores el carácter de todo dios conspicuo está hecho de amor, justicia, compasión, perdón, tristeza por todo sufrimiento y deseo de eliminarlo. En contraposición a este bello carácter –constituido únicamente basándose en rumores sin valor- la evidencia absolutamente auténtica de cada día del año, verificable con nuestros ojos y demás sentidos, es que en realidad el carácter de los dioses está desprovisto de amor, misericordia, compasión, justicia y demás cualidades gentiles y excelentes, que está hecho de todas las crueldades, persecuciones e injusticias imaginables. (…)
¿Es lógico esperar que los dioses, cuyo pasatiempo incesante e inmutable es la malvada persecución de los hombres y animales inocentes, otorguen a esas mismas criaturas, ahora, toda una eternidad de dicha?

Se lo ha arrojado –al hombre- de cabeza a este mundo sin darle la menor posibilidad de rehusarlo, y de entrada se le ocurre y acepta que de algún modo misterioso tiene obligaciones para con el Poder desconocido que le infligió esta afrenta; y en adelante se considera responsable ante ese Poder por cada acción de su vida, y castigable por aquellas acciones que no encuentren la aprobación de ese Poder.

En lo recóndito de nuestros corazones no vacilamos en proclamar tonto rematado a todo aquel que piensa creer que tiene la mínima posibilidad de cometer un pecado contra Dios, o que piensa creer que tiene alguna obligación hacia Dios y que Le debe gracias, veneración y adoración.





 EL BOBO DE KORIA (RECOPILADOR)



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