Los harenes de la inquisición

Me pregunto porqué daremos siempre las cosas por hecho. Suponer, por ejemplo, que porque exista una religión, que interviene en nuestra vida desde nuestro nacimiento, con la complicidad de nuestros padres, que nos educa, que se inmiscuye practicamente en todos los acontecimientos importantes de nuestra vida, aceptamos que está bien, que ciertamente, estas personas, están en contacto directo con su dios, y son sus portavoces en la Tierra. Y desde ese punto, nosotros debemos acatar todas sus prerrogativas, y deseos, debemos sumisamente aceptar sin rechistar. 
El invento es muy bueno, desde hace milenios, en cualquier parte del mundo, las religiones han dominado, han doblegado la historia, y a los seres humanos. Y aun así, parece que no queremos aceptar una realidad: que siguen ahí. Que siguen dominando, influyendo, y manipulando, porque en eso se basa su poder, que es mucho, creánlo. Cuanta más gente esté dispuesta a dejarlo todo para seguirles, para clavar sus rodillas en tierra ante sus ídolos, más fuerte es su poder. Hablamos de dominio, de intervención directa en políticas y equilibrio mundial.
Pero si echamos la vista atrás, miramos aunque sea de reojo la historia que nos precede, no tardamos en atisbar, cuales eran y son los propósitos de estos sujetos. No cuesta ninguna dificultad, hacerse una idea de la ruindad, de la malicia, de la ambición y de la dominación y guerra santa que llevaban a cabo para asegurar la continuidad de sus privilegios.

Supongo, que de la Inquisición hay poco que contar, todo el mundo sabe, las persecuciones a las que sometían a la población, los autos de fe, las torturas....Si, son cosas del pasado,¡eran muy burros por aquellos tiempos! 
No es un asunto éste para achacarlo a la ignorancia, en esos tiempos había personas como nosotros, que debían vivir bajo el miedo constante a ser denunciados, y a caer en manos de unos sádicos fundamentalistas, que los despellejarían vivos, después de triturarles todos los huesos del cuerpo.

Hay una historia que he leído estos días, que creo ilustra el abuso de poder, del que hablo. Como ya saben, la Inquisición funcionó en España desde el año 1249, en el reino de Aragón. Más tarde, con la unificación de Aragón y Castilla, se expandería por todo el reino para luchar contra las corrientes judeizantes, para dar el salto de paso al nuevo mundo. El tribunal estuvo en funcionamiento hasta 1821. Exactamente 572 años, bajo el control directo de la corona, un organismo policial interestatal en toda regla.
Bien, en 1706, los franceses entran en Zaragoza y liberan a 400 prisioneros de la inquisición entre ellos 60 mujeres del "harén" de los 3 inquisidores de Zaragoza.
contada la historia por la que luego sería Madame Foulcault, ya que casó con uno de los oficiales franceses, no deja uno de estremecerse ante la misma.
Estas mujeres, fueron arrestadas sospechosas de herejía, supuestamente denunciadas por un vecino, llevadas a un lugar secreto se las agasajaba con manjares y regalos, diciéndoles que no tenían nada que temer, que aunque habían sido denunciadas, estaban bajo la protección del inquisidor, que solo tenían que ser amables y comprensivos con él. Luego les daban una vuelta por las mazmorras, donde les enseñaban los instrumentos de tortura, de las que ellas afortunadamente se librarían. Imaginen por un momento, visitar una espelunca de aquellas, bajo la luz de las antorchas, los suelos ennegrecidos de la sangre seca, y el olor ácido de la muerte entrándote hasta el alma. El impacto que aquello provocaría en aquellas muchachas, las debía llevar a cualquier cosa con tal de alejarse de allí. Nada más y nada menos que a la cama de los señores inquisidores. Camas perfumadas frente a la desnudez, la tortura, la vejación y la muerte. 
A las mujeres se les decía que en ningún momento mostraran pesadumbre, que pasada una temporada, se las casaría con algún noble, y saldrían de allí, hacía el extranjero, pero que bajo ningún pretexto podrían ponerse en contacto con sus familias. La realidad era otra bien distinta, una vez, cansados de sus juguetes, los inquisidores, torturaban de igual modo a las mujeres, algunas desaparecían y otras, eran quemadas públicamente. Maniatadas y amordazadas, se desgañitaban gritando para denunciar a sus captores. Estos simplemente justificaban esos gritos, diciendo que esa mujer estaba endemoniada, que el diablo temeroso estaba dentro de ellas. El pueblo excitado por el miedo y el olor de la sangre, esperaba la culminación purificadora: La hoguera.

A mi, estas cosas no se me pueden olvidar, como no se me olvidan otras muchas, mi origen, el hambre de mis antepasados, su persecución, la calumnia. 
No se puede olvidar, porque hacerlo es claudicar, aceptar que todo esta bien, que aquello pertenece al pasado, y que hoy es diferente. No, no es diferente, y no pienso olvidar, se lo debo a ellos, por lo menos recordar y entender.


Yorick.

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