Teología política




La creencia en Dios es producto de la miseria humana. De ahí que uno la comprenda, aunque no la comparta. Toda creencia religiosa está orientada a mantener esa miseria humana que la engendró y a sus administradores. Muchos estafadores viven de eso, de la miseria, muchas instituciones, muchos negocios, muchas ONGs, muchos programas de televisión, y todas las iglesias...

Manuel Blanco Chivite



Contaba mi padre la anécdota, de que cuando hizo el servicio militar, allá por finales de la década de los cincuenta, el comandante “Pater” (El cura en el argot militar, normalmente oficial o jefe) le preguntó que cuantos dioses había. Mi padre, en la candidez de sus años, y probablemente llevado por sus numerosas lecturas, se vio en la tesitura de demostrar al cura sus conocimientos religiosos, y comenzó a enumerar todos los cabecillas de las religiones monoteístas. El “Pater” por lo visto lo mandó callar de un grito, probablemente lo insultó, e inmediatamente le dijo que Dios solo había uno, y que la única religión verdadera era la cristiana. El hereje de mi padre, claro, no iba a salir de aquella de rositas. Fue arrestado, y además enviado a las clases para aprender a leer y escribir.
Mi padre solo había acabado unos estudios básicos, pero era un empedernido lector, y además dotado con una preciosa caligrafía.
Estando en aquellas clases, se acercó por allí un día el jefe de la región militar, a ver como progresaban los “analfabetos” El profesor, que no era tonto, le dijo a mi padre que saliera a la pizarra para escribir unas frases. Seguro que el pobre chusquero, soñaba con un ascenso, o con una medalla. El caso es que cuando el supuesto iletrado comenzó a dibujar sus hermosas letras en el encerado, al Teniente Coronel, se le pusieron los ojos como platos, y dirigiéndose al sargento le espetó: -A este no le habéis enseñado vosotros aquí ¿no?
El sargentillo debió de tragar saliva, y confesar porque aquel soldado acudía a sus clases. Después de aquello mi padre ya no volvió a aquel aula.

Cuento esta anécdota para hacer hincapié en el empecinamiento fervoroso del cura, y en la respuesta del soldado sobre las diferentes religiones.
Hoy día pueden nombrarse con tranquilidad, y no es extraño que diferentes religiones convivan más o menos en algunos lugares. Incluso diría yo, que hay una religión que está por encima de todas las demás desde el principio de los tiempos, pues es fruto de la codicia humana. ¿A alguien le queda alguna duda de que la economía y el dinero no formen parte del panteón de los alabados?

Con una liturgia y organización similar a cualquier culto, se estructura en un deseo febril del manejo del dinero y del poder que este conlleva, tanto el físico como el virtual. Son legiones de obispos, sumos sacerdotes, acólitos, monaguillos y visionarios con la misión insaciable de acumular riquezas y de convencer a los incautos de las virtudes de la especulación y el ahorro.
Sus templos: bolsas y sedes bancarias que compiten en tamaño y grandeza con catedrales y mezquitas. Sus discursos plagados de miedo al futuro sino te conviertes en inversor o ahorrador. Todo para que el dinero se mueva y alimente el hambre insaciable de sus creadores. Las organizaciones políticas de todos los países han derivado hacía este Dios y toda su lógica está dirigida a conseguir más dinero, más poder, en la pirámide imaginaria que corona un ídolo cubierto de oro. La doctrina capitalista se enseña como catecismo en las escuelas y en la calle. Los niños penitentes acuden a sus huchas, y la satisfacción del peso de las mismas los llena de placer.
Por debajo, y atrapados en sus manos permanecen los otros dioses como marionetas, con sus paraísos para idiotas y sus valhallas. Los centros comerciales iluminados, los restaurantes caros, los vehículos de lujo. ¿Quién quiere andar por un bosque desnudo comiendo maná? Pudiendo esnifar cocaína de primera calidad en el vientre terso de una muchacha. Éste es el verdadero paraíso para las legiones de seguidores que adoran el dinero y cuyos templos de cartón piedra se alzan majestuosos.

¿Pero? ¿Y los herejes? Están. Como siempre estuvieron, perseguidos y con la amenaza de la denuncia y la exclusión. Supervivientes aciagos condenados a portar calderilla en el submundo en el que viven, sin propiedades ni riquezas, intercambian menudencias y reciben gratitud a cambio. La hacienda pública, como el tribunal de la Inquisición los persigue, en busca del cobre renegrido de los céntimos no declarados. Molestan, apestan, aunque son necesarios. Son los únicos que siguen ahí agarrados a la tierra y a los pocos frutos que esta pueda dar para alimentarlos sin estridencias, para no ser oídos y así quizás olvidados crezcan lejos de los dioses, los de carne y los de barro, a salvo de sus mentiras y promesas, y con la placidez que da saber que un día morirán y alimentarán una tierra en la que descansarán hasta el fin de los tiempos.

En esta realidad pasamos nuestros días. Muchos creyendo que son ateos o agnósticos sin pensar que como el que más portan los doblones delatores en los bolsillos.
Dan risa esos pequeños actos de rebelión de muchos que siempre dicen: - Yo no voy nunca a la iglesia. Pero si que van a diario, cada vez que pisan una sucursal bancaria, o hacen uso de las inocentes tarjetitas. Así que...La religión global ya está aquí, desde hace mucho, y tiene visos de quedarse mucho más.


El reverendo Yorick.

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