Ya terminó otra navidad, otro periodo donde se apodera de casi todos una catarsis colectiva por cumplir con unas pautas que se repiten año tras año, con el agravante de que cuanto mas pasa el tiempo, mas se encaminan las fiestas a convertirse en una orgía consumista. Haciendo de todos los días que la componen en un ir y venir de gentes cargadas de bolsas, acicalando sus casas, sus personas, sus mesas, en un desagravio contra la moderación y la calma. Los mismos mensajes de todos los años son repetidos hora tras hora, día tras día, por televisiones y periódicos, por personas de todo tipo que caen aducidos por la vorágine colectiva. Estos días, sin ningún tipo de disimulo, el capitalismo consumista se muestra en todo su apogeo y poderío, todos los comercios suben los precios, en los mercados, el despropósito llega al paroxismo, pues productos de los mas humildes encarecen durante estos días, sin que los comerciantes tengan escrúpulos en hacer la vida más difícil de los que menos tienen. Observo a personas mayores que hacen sus compras en el mercado durante todo el año, casi siempre mercan lo mismo, unos arreglos para sopa, alguna pescadilla, lo que sus exprimidos bolsillos les permiten, sin embargo, los pescaderos no tienen compasión durante estos días, y argumentando la subida de precios en las lonjas, no dudan en vapulear la menguada economía de sus clientes de siempre. Lo mismo ocurre en las verdulerías y carnicerías. En estos días, todos se olvidan de los problemas, nadie se acuerda de la tragedia cuyo umbral ya pisamos, y que muchos ya rebasaron hace tiempo. Sumergidos en una situación de ahogo constante, todos olvidan por unos días con el ansia de comprar. Depositando para mayor derrota sus esperanzas en un décimo de lotería, sin querer saber que el único que se enriquece es el estado, que les ofrece otra vía más para gastar su dinero.
Como colofón a toda esta locura se añade el día de reyes, donde las víctimas son los niños que abren sus ojos engatusados por una de las mayores mentiras a la que se enfrentan en la vida, abandonados a ella con la complicidad de sus padres, que creen alimentar una ilusión, cuando lo que de verdad hacen es implantar una decepción y una terrible costumbre que perdurará en el hacer diario de sus hijos durante toda su vida: mentir. Justificar la mentira, para que luego las acepten en la esclavitud de sus existencias.
Empachados por felicitaciones absurdas que a la semana siguiente nadie recuerda, y el odio y la indiferencia vuelva a apoderarse de las calles, formulas absurdas creadas para alimentar un futuro que nunca llegará: “Feliz año nuevo, felices fiestas, que te traigan muchas cosas los reyes.” Así hasta pasado unos días, donde volveremos a ver las caras vueltas por la calle cuando nos cruzamos con los que siempre evitan el saludo, donde nadie querrá saber nada de los demás y seguirá alimentando ese individualismo solitario e insolidario que se resume en el: -mientras no me pase a mí-
Así está el mundo, así lo crean estados y religiones y así lo permitimos todos, orquestados por una liturgia del fracaso que cumplimos al pie de la letra, así que pasada la navidad, llegaran las rebajas, la semana santa, las vacaciones de verano, y de nuevo otra navidad, mientras consolidamos nuestra vida de esclavos y cada vez aceptamos más pertenecer a un rebaño más grande y fácil de pastorear.
*título de un tema de Sociedad Alcohólica
Yorick.
1 comentario:
MUCHACHO, TEN CUIDADO: SE ACERCAN LAS FALLAS¡¡
Publicar un comentario