Soy yo quien reniega de tus dioses. De sus templos-museos de la hipocresía. También reniego de tus fiestas, de esas que sigues todos los años felizmente, con otros muchos como tu, y que te embotan de una realidad a la que vuelves la espalda. Del mismo modo reniego de tus gobiernos, los que crees que eliges, mediante la falacia de tu derecho al voto. Asimismo reniego de tus leyes, las que te son impuestas, y aceptas sin rechistar.
Soy yo el enemigo de tu paz, la que condena al silencio, la que excluye y la que esclaviza a todo aquel que no esta tocado por el dedo de tus dioses.
Así acepto convertirme en perseguido, en odiado, en ser el epicentro de tu miedo, que me condenara y me difamara para que tus hijos no tengan pesadillas en la noche.
Detrás de mi esta toda la historia de los oprimidos. Detrás de ti, la de los opresores.
Solo por ser desafecto de tu mundo, atraeré hacia mí, el temor y el odio de ti y de los tuyos. Solo por ser y declamar que reniego de tu orden, de tu pulcritud, de tu perfección, de tu virtud, de tu fe, de tu historia y de tu poder, condeno mi futuro puesto en tus manos desde mi nacimiento, solo por eso, espero que en cualquier momento tu mirada de odio se vuelva hacia mi, en busca de la venganza, que arrasara mis huellas en el tiempo. Sea entonces lo que tenga que ser. Pues si yo no surgí de la nada, otros encontraran los pasos que yo seguí, otros estarán siempre ahí, en la frontera de tu miedo, en el punto que desequilibra tu falso universo, donde no te sirve la oración piadosa a tus retablos de cartón-piedra.
Yorick.
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