INFIERNO



Dicen, que Dios creó las estaciones para que pudiésemos hablar de algo en el reducido espacio de un ascensor. Y, la verdad, te saca del aprieto de mirar al techo o a las teclas del cubículo. Se suele comenzar con el simple :”¡vaya calor! Y sigue todo lo sabido.
            Tengo el record de 33 minutos hablando del tiempo con un taxista. Llegado a un punto de la conversación (?) es inevitable que uno suelte aquello de “en tal ciudad también arrea el calor”, a lo que el interlocutor responderá indefectiblemente “sí, pero allí el calor es seco….”
            También es socorrido el tema cuando después del ayuntamiento con la/el amante, y mientras el cigarrillo de rigor, no tenemos nada que decir.
            Este verano y, por primera vez en mi larga y aciaga vida he traído a colación el CALOR y, no precisamente para hablar de algo, sino porque pienso que al nombrarlo en cierta forma, lo exorcizo y me refresco.
            Aunque motivos tenemos para hablar del tiempo y no para rellenar huecos, sino porque empezamos a “disfrutar” del cambio del clima. No tenemos que esperar generaciones, ese privilegio ya lo tenemos aquí y ahora. Y, como no podía ser de otra forma, los poderosos, el Dinero nos dice que el Progreso no se puede detener y, que como burros con orejeras, sigamos adelante, que no pasa nada.
            No sé a qué temperatura estará el Infierno, pero estoy seguro de que será más baja que la de mi casa en verano.
            ¡Y aún queda agosto!
            ¡Que el Diablo se apiade de mí!

EL BOBO DE KORIA

1 comentario:

Anónimo dijo...

Puede ser que el infierno sea "esto" y demonios y diablos huyeran aterrorizados