LA ÚLTIMA FRONTERA


¡Qué bien! La NASA, los EEUU, y por consiguiente, los líderes del mundo, vuelven a triunfar, por el bien de la humanidad: Una nueva misión espacial con destino a los confines del sistema solar, concretamente al ex-planeta Plutón, es un éxito. Gracias a esta nueva machada, el conocimiento de los orígenes del universo está más cerca. O eso es lo que nos cuentan, invitándonos a la celebración de la proeza cósmica, que por supuesto nos atañe a todos, pues gracias a las investigaciones y analisis de la sonda, estaremos más cerca del conocimiento total, vamos que algunos podrán tutear a su amado Dios.
Se ven imágenes de los científicos y técnicos aplaudiendo y vitoreando la llegada de la sonda. ¡Dios bendiga a América!
Hombre y mujeres que juegan con sus sofisticados juguetes, convencidos de la importancia de su trabajo, adoctrinados para la dedicación absoluta a sus tareas. Seres humanos complacidos que no oyen ni ven más allá del cometido para el que han sido preparados y que alucinados por el elitísmo de su trabajo creen haber sido llamados para un fin superior.
¡Mamíferos! Que piensan que los asuntos del mundo son así, porque así fueron creados, y por consiguiente cada uno ocupa el lugar que le corresponde, ellos, junto con las élites financieras, eclesiásticas, gubernamentales, artísticas, a una parte, y los pobres, excluidos, refugiados, desgraciados y parias a otra, según el orden divino.
Y a la pregunta de que si ellos ven lícito los millones de dolares invertidos en misiones espaciales y por el contrario, problemas como el hambre, la erradicación de enfermedades básicas y el reparto y colocación de los seres humanos en el mundo, y la gestión de los recursos naturales no merecerían la misma atención que descubrir el origen del universo. Seguramente su respuesta fuera vaga, y añadirían que ya existen departamentos dedicados al estudio de esos: “terribles e intolerables problemas”
¡Claro! A pesar de que las cosas son como son, no iban los gobernantes y las autoridades eclesiásticas aunar esfuerzos para intentar paliar esa injusticia, aunque sea cosa de Dios.

A mi, sinceramente, me da igual que hayan llegado a Plutón, quiero decir, no me da igual con indiferencia, sino que sé que no podría hacer nada para evitarlo, mi indiferencia sería más bien desafección, hacía la NASA, los proyectos espaciales, el acelerador de partículas y otras gilipolleces parecidas. No pienso participar de su júbilo, porque no va conmigo, ni con la realidad que me rodea. Aunque tengo que confesar que en algunas ocasiones si que me he quedado prendado del televisor viendo ascender un cohete, tan prendado que hasta podría habérseme caido un hilillo de saliva de tener la boca abierta. Si, lo confieso, en esa ocasión sentí júbilo, aunque no compartido, lástima, me hubiera gustado escuchar aplausos segundos después de que el transbordador espacial Challenger, explotara en el aire con su tripulación de patriotas dentro.

El reverendo Yorick.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Estimado Reverendo:
En este mundo de LAS SOSAS SON COMO SON y de pensamineto unidireccional, se agradece de tanto en tanto, tropezar con un parecer similar al de uno. Se siente uno menos solo.
Así me he sentido al leer su artículo que me ha hecho evocar un acontecimiento que me/nos alegró el día y concelebré con mis amigos.
Por lo demás, me parece el artículo oportuno y redondo.
Reciba un cordial saludo.
P.B.A.