LA VERDAD EN LA ILUSIÓN


LA VERDAD EN LA ILUSIÓN
LUIS ANTÓN DEL OLMET

17 enero de 1886. BILBAO
2 marzo de 1923.MADRID


         El mundo era completamente insólito. No quedaba un trozo de mi viejo y amado Madrid. Las casas eran enormes colmenas por cuyas ventanas entraban y salían los aparatos voladores que remedaban a mis incipientes monoplanos. No había tranvías, ni coches. Los viandantes se deslizaban por unas láminas de acero que corrían vertiginosas.
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         -¡Madrid! Habla usted de una ciudad que no existe desde hace cuatro siglos.
         Yo me quedé absorto. ¡Había dormido cuatrocientos años! Volví a mirarlo todo con anhelo, con inmensa curiosidad. ¡Claro, vivía en otra muy distinta civilización, en otro ambiente, cuatro siglos adelantados a mi pobre cerebro primitivo!
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         Nosotros hemos abolido la tacañería del orbe. Un cultivo intensivo hasta la exageración, el empleo de abonos químicos fuertes, enérgicos, vitales, la aceleración en el curso de las estaciones, pues nosotros fabricamos invierno y primavera, como ustedes fabricaban trapos…
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         Tengo apetito. Comería con gusto unos boquerones y bebería una caña de amontillado. Además, sería muy oportuno buscar unas mujercitas de buen humor y hacerles bailar algo de la tierra. Considere usted que no he comido, bebido ni amado desde hace cuatro siglos. (…)
         ¡Boquerones!
         ¡Amontillado! ¿Qué significan esos nombres absurdos? (…)
         -Habla usted como un caníbal repugnante. ¡Comer! Eso ha pasado, eso ya no se hace. Eso es vergonzoso, y de un materialismo bestial.
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         La nación era una abstracción egoísta, sentida por los hombres de corazón mezquino. Ya no hay más que humanidad.
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         -¿Toros? Esa fue una barbarie de los tiempos crueles, algo así como las luchas de gladiadores romanos, brutalidad, brutalidad… Ahora ya no sólo han desaparecido las corridas, sino que ni siquiera hay toros.  ¿Para qué? No se come carne ni se produce fuerza animal. Es usted un atrasado y no se le puede dar confianza. En seguida resurge en usted el hotentote.
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         Ya no se puede robar. ¿Qué…? Ya no se puede matar. ¿Para qué…? Las causas promotoras del crimen, la lujuria, el lujo, la vanidad, han desaparecido. Como las hembras son de todos, los objetos de todos, los vicios de todos, ¿quién sería el imbécil capaz de hallarse descontento? Por lo demás cuando acontece algún delito no lo sentenciamos. El desprecio ejerce de tremendo castigo.
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         Mi aburrimiento llegaba ya a la desesperación. Comprendía que nunca, nunca, podría simpatizar con estos hombres fríos, absorbidos por la ciencia y por la mecánica, sin corazón, sin pasiones, sin sexo.
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         Miré a la humanidad. Estaba seca, disecada. Era sólo un nervio, un nervio terrible y vidente para el que se habían acabado los dioses, los mitos, los encantos, lo alegre lo poético, lo sentimental.
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         -¡No hermano, no! Dice que no.. Dice que sus semejantes padecen la horrible dolencia del hastío. Dice que habiéndolo descubierto y gozado ya todo, les pesa la inmortalidad, como una carga estúpida. Dice que se suicidan a millares con un gesto impávido.
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EL BOBO DE KORIA (RECOPILADOR)


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