El fascismo no es un
"espontáneo" "miedo al otro": es fomentado a consciencia
por la clase explotadora y sus medios. El aparato cultural y mediático del
capitalismo intensifica su promoción del racismo y del machismo, a la par que
incrementa la explotación, porque quiere dividir a la clase explotada. La clase
explotadora suple, a través de sus medios de alienación masiva, exutorios de
rabia: de la rabia que genera la explotación y empobrecimiento. El aparato
cultural crea las figuras de "chivos expiatorios" sobre los que
dirigir la rabia que genera el saqueo capitalista; fomenta la visceralidad
desprovista de análisis; explota toda tragedia para manipular imponiendo
paradigmas de odio racista; explota toda tragedia o suceso para hacerle propaganda
a las fuerzas y estructuras represivas. La clase explotadora sabe del
descontento social y la rabia que genera su explotación: por ello implementa
sus medios de manipulación para encauzar esa rabia de los expoliados hacia
direcciones equivocadas.
Yo ni soy católico, ni siento
ese respeto por la bandera nacional, ni defiendo ese concepto de patria que
tratan de grabarnos a fuego. La idea abstracta de una patria que, en realidad,
está siendo ultrajada por quienes nos gobiernan (a nivel local, regional y nacional)
me revienta pues, como he defendido en este medio en más de una ocasión, creo
más en un concepto de honradez solidaria en el pedazo de tierra que nos ha
tocado o hemos elegido vivir.
CECILIA ZAMUDIO – (REBELIÓN
30-3-2018)
Para mí, a efectos prácticos,
que icen la bandera a media asta por la muerte de Cristo tiene el mismo efecto
que si lo hicieran por la separación de Tip y Coll. Sin embargo, dado que me
siento secuestrado por una Constitución que no quieren reformar quienes nos
gobiernan, al menos, respetémosla. Si la Carta Magna habla de Estado
aconfesional, seamos un Estado aconfesional y dejemos cualquier religión para
el ámbito privado, con todas las libertades para poder disfrutarlas.
DAVID BOLLERO – (PÚBLICO
29-3-2018)
Me gustan las personas
extrañas, raras. Esas que no se comportan según lo establecido. Las
extemporáneas que se niegan a seguir las modas impuestas. Las que dicen lo que
piensan aunque estén equivocadas. A las que no importa provocar que los dedos
se alcen a su paso para señalarlas. Las que logran con su presencia quebrar lo
cotidiano. Esas a las que jamás alcanza la rutina. Las que rechazan la
mediocridad uniforme del rebaño por la soledad libre del lobo. Extrañas, raras
y únicas.
(…)
Me gustan los libros
extraños, raros. Esos que logran abrir un espacio desconocido en tu cabeza. Los
que no respetan normas establecidas ni criterios editoriales basados más en la
mercadotecnia que en la aportación literaria. Libros que remueven cimientos y
conciencias. Libros cuya campaña publicitaria es el boca a boca, que pasan de
un lector a otro como un secreto. Libros inconformistas cargados de riesgo y de
valentía. Libros que demuestran que todo se puede hacer de otra forma, que todo
puede ser distinto. Extraños, raros, únicos.
CARLOS AUGUSTO – (PÚBLICO.ES
11-3-2018)
EL BOBO DE KORIA (RECOPILADOR)
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