el ajedrez

recojo las figuras gastadas en su caja
manoseadas en el tiempo
que plantó su pátina a costa de sus brillos

el tablero de igual modo palidece día a día
me resulta difícil saber como llegó a casa
como herencia trasnochada
como hallazgo casual en algún contenedor

lo cierto
es que aquí está
blancas o negras
en la partida eterna
del juego de la vida y la muerte
dualidad festiva que ayuda a que el miedo no se instale
de por vida

siempre pierdo este juego
la sonrisa vencedora de mi contrincante
me invita inmisericorde a reflexionar
sobre porque templo las cuerdas del tiempo
colocando unas figuras  en un tablero
y enfrentándome a un juego
en el que sé
volveré a perder

sufro por dentro mis derrotas
porque observo las figuras caídas
arrebatadas del tablero
como si fueran hijos entregados al dictador

en mi pensamiento durante la partida
cito a la batalla a los peones
mentando sus nombres
invento linajes raídos
para unos luchadores desesperados
que obedecen a sabiendas
de mi estigma de perdedor

en su combate defienden su vida
frente a un opresor
carente de razones cuyo fin consiste
en arrebatarse el tablero
como en la pura realidad

ganan los de siempre
pierden los de siempre
como en la pura realidad
donde del mismo modo
no nos cansamos de recoger muertos
que sin rostros agonizan en la tierra de nadie
ajenos a las manos gigantescas
que sujetándolos por los hombros
los colocan de pie
a lo largo y ancho del tiempo
en una partida que esta muy lejos
de llegar a tener fin


el reverendo Yorick.

¿Alguien sabe algo de un tal Truman Capote?

Cuando leí: A sangre fría. Recuerdo perfectamente el impacto que me produjo aquel texto. Encontrarme desnudo ante la mente de los asesinos, reconociéndolos como personas normales, que de las misma forma sacaban de todo juicio,  su propio comportamiento.
 Lo peor de todo, eran los desvelos del narrador, al enfrentarse a hechos demasiado humanos, como para  hacerse el indiferente. Dicen que Truman Capote quedó marcado de tal forma, que su propia vida, eclipsada, caminó sin remedio hacía su fin. A mí, no deja de sorprenderme la naturalidad, con la que el autor se enfrenta a los hechos, y sobre todo a los protagonistas desquiciados, cuyo comportamiento sugiere, algo peor, que se intuye en las sociedades en las que vivimos. Sociedades que empujan sin pudor a una infelicidad programada, cuyo objetivo siempre es: que una vez aceptada esa infelicidad, se camine detrás de unas miguitas, sobras, o limosnas calculadas, que nos obliguen a seguir siempre una senda marcada.

Hoy, no he podido evitar, la visión demencial y calculada que hacen las televisiones y periódicos sobre un supuestos asesinato de dos niños a manos de su padre. El juicio, emitido casi en directo, se convierte en una ejecución pública de un individuo anodino, que se parece demasiado a cualquiera de nosotros. Su sufrida esposa, y madre de los niños, victimada sin pudor ninguno, rebosa puridad, en los retazos de juicio que nos muestran, y donde claramente se está sentenciado a un tipo cualquiera, que como digo, se parece demasiado a nosotros mismos.
De antemano, se muestran sus miserias cotidianas, representadas en alguien carente de atractivo alguno.
 Se recuerdan vagamente comentarios dispensados por el sospechoso sobre si mataba a este o a aquel. Sobre este punto sería curioso colocar micrófonos en los vehículos que a diario invaden todas las carreteras del país, y donde se oyen insultos, amenazas, y se hacen gestos amenazadores constantemente, sin que ninguno de ellos formara parte de prueba alguna ante ningún juez, a los que su toga no libra de incurrir en el mismo vicio.
Las imágenes del juicio, al que sospechosamente, acuden muchos medios de información, y las horas que las televisiones le dedican, hacen pensar en una cortina de humo, una cortina que inevitablemente tapa las carencias y distrae a las audiencias de problemas más serios. Ni más ni menos que una sociedad abandonada por sus gobernantes, sometida y sumisa, que aplaude el espectáculo de ser representados  y defendidos por el estado de lo peor: de una calaña inexistente. Simples gente de a pie, llevados de la mano por unos problemas que nos acucian a todos: el desamparo y la fragilidad de una vida que es mentira.

Nos vende una seguridad, que no existe, que finge preocupación por nuestra salud, nuestros hijos, nuestros derechos, nuestra educación, y que luego, no defiende ningún atisbo de mejora o implicación.  La verdad, es que estamos abandonados, engañados, sometidos, y convencidos de un sistema que no existe, que es imperfecto, y que ante cualquier duda nos sumerge en burocracia caníbal, que antes de resolver cualquiera de nuestros problemas, nos habrá engullido, preparando un engaño para poder mostrar ante las cámaras.

Por eso se echa de menos alguien como Truman Capote, que coloque un punto de inflexión y de denuncia, que a través de unas líneas supuestamente inocentes, nos coloque ante unas víctimas y culpables que somos nosotros mismos, manipulados por otros. Alguien que mediante el estudio sistemático de la culpabilidad, nos demuestre fríamente, que nadie está a salvo de matar a nadie, mientras sigamos sujetados por unos pilares sociales enfermos que encubren los verdaderos motivos, entroncados con la fragilidad humana...

ALMEJAS Y OTROS BIVALVOS





-¡Achís!
-Eso es de fumar, aseveraba mi abuela.
También atribuía, sin pestañear, a mi tabaquismo, la aparición de un orzuelo, un panadizo o un gripazo de guardar cama. Estoy seguro de que si un camión me hubiese atropellado, su invariable diagnóstico habría sido: ¡De fumar!
Como mi pobre abuela, también la OMS, cuando desconoce el origen de una enfermedad, no duda en atribuírselo al tabaco. Así, se convierte el tabaco, que bueno, bueno, no es, en un cajón de sastre donde cabe cualquier patología cuando no saben de dónde proviene.
Los “sabios” acaban de descubrir que el origen de los cánceres de colon, páncreas, garganta, cervicales, laringe…en muchos casos, está estrechamente relacionado con las almejas pertenecientes, como es sabido, a la familia de los bivalvos, lamelibránquios o pelecípodos.
Perpleja se quedaría mi abuela (Q.P.D.), como me he quedado yo, aficionado a las almejas desde mucho ha. Máxime ahora, cuando el especialista me las recomienda encarecidamente dentro de la dieta que me ha impuesto acorde con las múltiples patologías que padezco dada mi avanzada edad y, por qué no decirlo, dado el poco esmero que he puesto nunca en el cuidado de mi ruinoso cuerpo, basándome en la teoría de que a la tumba hay que entregarle un cuerpo hecho cisco. Pero esta es otra historia.
¡Qué dilema! Cómo sustraerme a las almejas, tan presentes en nuestras vidas. Máxime cuando pertenecemos a la cultura mediterránea. ¿Cómo evitar la tentación de saborear almejas de Sanlucar de Barrameda; las de Carril; los deliciosos mejillones de roca de nuestra Valencia, sin menoscabo de las exquisitas variedades del interior o de secano, que tan poco tienen que envidiar a las costeras.
Porque, vamos a ver, quién se sustrae a la tentación de degustar la almeja de Catherine Zeta Jones. Michael Douglas, su esposo, cayó en la tentación y la Zeta le transfirió el virus VHP.
¡Qué cosas!

EL BOBO DE KORIA



Mortadelo y Filemón


¿Quién no ha jugado cuando era niño a imitar a los héroes de las películas, o los tebeos con otros niños?

Cuando yo era rapaz, todos los niños, cuando salíamos del cine, durante el camino a casa, o en el recreo, inventábamos juegos, basados en lo que habíamos visto o leído  Si la película había sido de Bruce Lee, ¡pues hala! todos a lanzar patadas y gritos de karate. Si había sido del oeste, corríamos haciendo grupos, persiguiéndonos imitando el relincho de los caballos y el sonido de los disparos, mientras apuntábamos con el dedo índice, y el pulgar levantado.
Los juegos podían ser de cualquier cosa que hubiéramos absorbidos y azuzara nuestra imaginación.
Luego, nos haríamos mayores, y todos esos juegos quedarían atrás...Bueno, para casi todo el mundo.

El otro día leí una noticia en un periódico local, que me hizo pensar seriamente, que algunos no superan esa etapa del juego, y viven atrapados con gusto en la imitación perfecta de sus admirados héroes.

La noticia decía, que dos policías estaban heridos, después de ser atropellados por su propio coche.
Sí, sí, no se rían, que el asunto es muy serio, sobre todo viniendo de unos tipos que como herramienta de trabajo, utilizan una porra y una pistola dotada con quince balas.
Los muchachotes, patrullaban por un pueblo, cuando observaron una puerta de garaje abierta. Con la sagacidad y certeza que los caracteriza, metieron el coche en la rampa, para evitar que nadie saliera, a continuación, pusieron el freno de mano y se bajaron del vehículo con la intención de echar un vistazo. Lo que no se esperaban los agentes, es, que el coche se soltara del freno, y los empotrara contra la pared del fondo del garaje.
Inmediatamente de leer esto pensé: -Esto, seguro que ya lo ha dibujado el genial Ibañez- Y claro, deduje a que jugaban los dos muchachos cuando eran pequeños, hasta tal punto enfrascados, que cuando crecieron decidieron hacer lo mismo, y seguir imitando a sus geniales héroes. Ya los han adivinado: Mortadelo y Filemón. Lo que hubiera dado por pasar por la puerta minutos después del auto-atropellamiento. Si se leen la noticia completa, observaran los esfuerzos del periodista para convencernos de lo abnegado y profesional que son estos chicos, que dicen estar de baja, recuperándose de las roturas y contusiones. Aunque yo creo, que más bien estarán pidiendo destino en Euskadi, o mejor aún en Bosnia. Allí donde no los reconozca nadie.
No he podido evitar acordarme de aquel genial primer episodio de la serie: "Los hombres de Paco" Solo el primero, el resto parece estar hecho para lavar la cara de aquella sátira magnífica. Cuando lo vi en televisión, pensé que aquello no podría durar mucho en pantalla. De vez en cuando hay que recordar, que todos somos humanos, y de la misma forma que se reparten carnés de conducir a troche y moche, sin pensar ni  preocuparse mucho por a quién se lo dan. Se admiten en estos cuerpos a verdaderos cenutrios, que tarde o temprano acaban dando la nota. Me guardo el recorte del periódico por aquello de que la realidad, siempre supera a la ficción.


dedicado a IVÀ y Francisco Ibáñez.


Yorick.

tribus urbanas: las abuelas periquito.

El concepto de "Tribu Urbana" nació, en el fondo, con la intención de catalogar, controlar y ningunear, los gustos, ideologías o tendencias, más o menos sociales de la juventud. Así, mediante sencillos estudios, era fácil saber, y manipular, mediante consumo dirigido, las imberbes ambiciones juveniles.
Aunque lo curioso del asunto, es, que estas tribus urbanas, son  observadas con lupa por otras tribus más peligrosas, camufladas en cualquier resquicio de nuestro andamiado y perfecto estado.
Es fácil para ellos, ridiculizar a chavales melenudos, portadores de crestas, eternos melancólicos de tendencia suicida, etc. Sin embargo, sin pudor ninguno, los bienhechores sociales, no dudan un instante en disfrazarse de curas, de estirados engominados porta-trajes, de marineros en tierra, etc. Por no hablar de cuando deciden rizar el rizo, y se apuntan a grupúsculos folcloristas, cuyo denominador común, son unos ridículos trajes, supuestamente regionales, plagados de colorines, que parecen confeccionados con retales de cortina, o con saldo de una fábrica de papeles pintados. Sí, vivo en una ciudad mediterranea. Pero el asunto es el mismo, si lo hiciera en el Bierzo, o en las alpujarras. De esa guisa, organizan desfiles y reuniones, pletóricos de orgullo, vestidos de payasos, mientras miran con desprecio a los cuatro chavalitos punkies que beben una litrona en un banco del parque.
En estas apreciaciones tribales, el asunto del poder excluyente, siempre está presente. La complicidad de ese pueblo ruin y colaboracionista es innegable, dada su escasa capacidad de pensamiento. "Los ciudadanos de bien" miran con recelo y desprecio a sus propios hijos, mientras reciben con satisfacción una caricia de sus amos en sus serviles cabezas, y se apuntan sin pudor, a las "tribus urbanas" que les interesan, las que lanzan vivas al Rey, las que encumbran a santones y religiosos, la de la "meca" de la estupidez reflejada en el fútbol.
Una de mis favoritas, y de la que no puedo evitar la tentación de dedicar unas líneas, es la que yo llamo: "las abuelas periquitos" Esas señoras portadoras de unos cortes de pelo afilados y atrevidos, no dudan en teñirse el flequillo o las guedejas afiladas, de colores chillones, y cuya única idea en la vida, parece ser hacerse las desentendidas, colándose en todas las tiendas ante la cara de de sorpresa de los que supuestamente las precedían en el turno. Con un desparpajo, y una frescura terrible, caminan por el mundo arrebatadas y terribles, formando parte de ese movimiento tendencioso llamado "Necionalismo" que tanto daño hace a sus propias famílias, donde sus hijos y nietos son catalogados como "tribus urbanas" Sin que su madre o abuela se percaten  mientras miran con rechazo y los hijos de sus vecinos. Pensando que los suyos... siempre son mejores.


el reverendo Yorick.