LA MONTAÑA MALDITA



García Carterón, Begoña, La montaña maldita, Barcelona, ediciones B, 2016


Hace ya algunos años, bastantes, que la novela histórica ha adquirido un gran protagonismo entre los lectores y así hemos visto proliferar novelas que han tratado diferentes aspectos de la historia de la humanidad y algunas de ellas han conseguido un gran éxito.
Este fenómeno ha sido posible porque tanto la novela como la Historia entraron hace ya tiempo en una visible degeneración que hizo que los lectores prefirieran la novela histórica, aunque fueran conscientes de que el autor en concreto podía tergiversar los hechos históricos para conseguir el necesario dramatismo capaz de atraer la atención del posible lector. Entre otras cosas, porque muchos de ellos también son conscientes de que los historiadores pueden también tergiversar los hechos históricos para llegar a una conclusión satisfactoria para ellos.

La novela histórica que estamos reseñando se centra en un período histórico de muy triste memoria para los anarquistas: el infame proceso de Montjuïc. De resultas del atentado, perpetrado contra la procesión del Corpus el 7 de junio de 1896, en la calle de Cambios Nuevos de Barcelona, se imputó, en el proceso incoado a raíz del mismo, a más de setecientas personas, no sólo anarquistas, sino también a republicanos, librepensadores, literatos, etc.; en una palabra, habían decidido hacer limpieza general, sin embargo, el atentado fue una burda provocación policial, diseñada precisamente para llevar a cabo con total impunidad la limpieza que deseaban. En ese proceso destacaron, por su particular crueldad, el coronel del ejército Enrique Marzo, nombrado juez instructor del caso y el primer teniente de la Guardia Civil, Narciso Portas, que actuó como inquisidor, sin que tuviera que envidiar nada a los antiguos miembros de la inquisición. Mediante las salvajes torturas a que sometió a algunos de los detenidos, entre ellos al anarquista marsellés de origen italiano Tomás Ascheri, que era también acusado de ser un confidente de la policía, éste se declaró responsable del atentado y junto a otros prisioneros fue condenado a muerte y todos ellos (cinco) fusilados en los fosos del castillo de Montjïc el 4 de mayo de 1897, otros fueron condenados a durísimas penas y a quienes no pudieron acusarles de nada los mandaron al exilio.

Este es el telón de fondo elegido por la autora para perpetrar este monumental desaguisado. No vamos a entrar en detalles, porque sería absolutamente inútil, sólo decir que parece una novela de amor romántico al estilo de las que solía escribir la prolífica escritora Corín Tellado (María del Socorro Tellado López). Lo único que le faltó fue describir a alguno de sus personajes con los aladares plateados. Para que no faltara nada introduce en la trama a una médium —seguramente, influida por la bochornosa película de Vicente Aranda, Libertarias, en una de cuyas secuencias aparece una actriz invocando el espíritu de Mateo Morral. Un horror.

No quisiéramos acabar sin reconocer que algunas de las novelas históricas son de una rigurosidad muy notable y sobre todo son mucho más fáciles de leer que los farragosos tratados de los historiadores. Pero la que queremos comentar es una biografía novelada debida a la pluma de Asís Lazcano, La sombra del anarquista, una brillante estampa del anarquista Andrés Carranque de Ríos. No sólo está muy bien escrita, sino que se observa la especial sensibilidad del autor al describir a un anarquista tan singular. Un anarquista prácticamente desconocido, incluso entre los anarquistas, pero que no pasó desapercibido para el enciclopedista Miguel Íñiguez, el cual le dedica, en su gran enciclopedia, una extensa entrada muy documentada y una profusa bibliografía. Ésta sí es una obra muy recomendable.

Por otra parte, José Luis Fortea, catedrático de literatura, ya había rescatado del olvido, en 1973, al actor, poeta y novelista Carranque de Ríos y en 1998 consiguió que la editorial del director de cine José Luis Borau, ediciones del Imán, publicara las obras completas de este legendario anarquista.

Gimeno
ANDRÉS CARRANQUE DE RÍOS


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