OLIVERIO
GIRONDO
17 agosto de 1891. BUENOS AIRES. Argentina
24 enero de 1967. BUENOS AIRES. Argentina
LO
QUE ESPERAMOS
TARDARÁ,
tardará.
Ya
sé que todavía
los
émbolos,
la
usura,
el
sudor,
las
bobinas
seguirán
produciendo,
al
por mayor,
en
serie,
iniquidad,
rencor,
desesperanza;
para
que las lombrices con huecos
pórtasenos
las
vacas de embajada,
los
viejos paquidermos de
esfínteres
crinudos,
se
sacien de adulterios,
de
diamantes,
de
caviar,
de
remedios.
Ya
sé que todavía pasarán muchos
años
para
que estos crustáceos
del
asfalto
y
la mugre
se
limpien la cabeza,
se
alejen de la envidia,
no
idolatren la seña,
no
adoren la impostura,
y
abandonen su costra
de
opresión,
de
ceguera,
de
mezquindad,
de
bosta.
Pero,
quizás un día,
antes
de que la tierra se canse de atraernos
y
brindarnos su seno,
el
cerebro les sirva para sentirse humanos,
ser
hombres,
ser
mujeres,
-no
cajas de caudales,
ni
perchas desoladas-,
someter
a las ruedas,
impedir
que nos maten,
comprobar
que la vida se arranca y despedaza
los
chalecos de fuerza de todos los sistemas;
y
descubrir, de nuevo, que todas las riquezas
se
encuentran en nosotros y no bajo la tierra.
Y
entonces…
¡Ah!
ese día
abriremos
los brazos
sin
temer que el instinto nos muerda los garrones,
ni
recelar de todo,
hasta
de nuestra sombra;
y
seremos capaces de acercarnos al pasto,
a
la noche,
a
los ríos,
sin
rubor,
mansamente,
con
las pupilas claras,
con
las manos tranquilas;
y
usaremos palabras sustanciosas,
auténticas;
no
como esos vocablos erizados de inquina
que
babean las hienas al instarnos alodio,
ni
aquellos que se asfixian
en
estrofas de almíbar
y
fustigada clara de huevo corrompido;
sino
palabras simples,
de
arroyo,
de
raíces,
que
en vez de separarnos
nos
acerquen un poco;
o
mejor todavía,
para
tomar el pulso a todo lo que existe
y
vivir el milagro de cuanto nos rodea,
mientras
alguien nos diga,
con
una voz de roble,
lo
que desde hace siglos
esperamos
en vano.
--
EL
BOBO DE KORIA (RECOPILADOR)
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