EL LADRÓN
DE MERIENDAS
ANDREA
CAMILLERI
6 septiembre de 1925. PORTO EMPEDOCLE. Italia
17 julio de 2019. BORGO. Italia
-¿Cómo te has portado
con el jefe superior de policía?
-¿Qué quieres decir?
-Sólo quiero saber si al jefe superior
le has lamido el culo o los cojones.
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-Pina, la asistenta, es una cocinera
estupenda, se lo aseguro. Hoy ha preparado pasta a la Norma, ¿sabe?, esa que se
hace con berenjenas fritas y requesón salado.
-¡Jesús! –exclamó Montalbano,
volviéndose a sentar.
-Y de segundo, carne de buey guisada en
vino blanco con salchichas y verduras.
-¡Jesús! –repitió Montabano.
-¿Por qué se extraña tanto?
-¿No es una comida un poco fuerte para
usted?
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El commendatore
Baldassare Marzachi, jefe de la oficina de correos de Vigáta, era notoriamente
un imbécil presuntuoso. Esta vez tampoco desmintió su fama.
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Una noche su hermana dejó a su cuidado
a su único hijo, no tenía ni seis meses. Quería que se lo cuidara dos horas
como máximo. Encuanto su hermana se fue, él cogió un cuchillo, descuartizó al chiquillo
y se hizo un caldo con él, con una pizca de perejil y un diente de ajo. Aquel
mismo día yo había estado con él y lo había visto como siempre, inteligente y
amable.
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-Pero ¿a quién tenemos que atrapar?
–preguntó Fazio.
-A un ladrón de meriendas.
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-Comisario, son cosas delicadas y uno
se avergüenza. Es que, a mi edad…
-¿Usted es el cliente del jueves por la
mañana?
-Sí.
-¿Cuánto le paga por la limpieza de la
casa?
-Cincuenta mil.
-¿Y por el trabajo extra?
-Ciento cincuenta mil.
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-Era un malnacido –dijo la señora
Lapecora- y se merecía la muerte que tuvo. Se había llevado a casa a la puta
para divertirse con ella todo el día en mi cama mientras yo no estaba.
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-Repito: se puede meter en el trasero
nuestro Estado común- Usted y yo tenemos conceptos diametralmente opuestos
sobre el significado de nuestra condición deservidores del Estado,
prácticamente servimos a dos estados distintos. Por consiguiente, le ruego que
no equipare su trabajo con el mío.
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EL
BOBO DE KORIA (RECOPILADOR)
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