LA NIÑA QUE
MIRABA LOS TRENES PARTIR
RUPERTO LONG
23 diciembre de 1952. ROSARIO. Uruguay
…Y después
tuvieron que usar una estrella amarilla cosida a la ropa, para que todo el
mundo supiera que eran judíos y no se les acercaran…¡Como si tuvieran la peste!
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El edicto
“definía” lo que era un judío… como nosotros…
Y establecía
las penas por no presentarse al Registro: prisión y confiscación de bienes.
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En una de las
esquinas del jardín habían instalado unos juegos para niños, muy simpáticos y
rodeados de un cerco blanco de madera. Durante un instante nos alegramos: era
una nueva atracción para los chicos, en un época tan triste. Pero fu tan solo
un instante. De inmediato vimos en la puerta de entrada un prolijo cartel, con
esta inscripción en letras rojas:
PARC À JEUX
RESERVÉ AUX ENFANTS INTERDIT AUX JUIFS
El parque de
juegos estaba reservado para niños, pero prohibido para judíos…
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Había quienes
no tenían los papeles en regla. Pero eran arrestados solo porque a juicio de
los agentes “parecían judíos”.
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En los días siguientes supimos muchas más cosas: que el baño
lo teníamos que compartir con otras catorce personas (la familia armenia que
nos lo alquilaba y sus cinco hijos, un matrimonio andaluz con tres hijos y una
pareja española)…
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“Mi vida en un
ropero”
Llegué a
imaginar que si algún día salía de todo eso escribiría un libro y le pondría
ese título. (…)
Nuestra vida
transcurría en un armario. No teníamos ninguna ventana o abertura. Tampoco una
mísera bombilla eléctrica.
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¡Nunca pude
olvidar aquella imagen! Brazos, manos y pies humanos se esforzaban, en un
desesperado e inútil intento, por escapar a través delas aberturas que dejaban
las paredes de madera de los vagones.
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-Hace unos
meses llegaron noticias de que los nazis construyeron nuevos campos. Pero ya no
de trabajo…- Alter hizo una pausa y tragó saliva-, sino de exterminio.
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Pero también
había sacerdotes como el obispo Alois Hudal y el cardenal Adolf Bertram, que
manifestaron sus simpatías por el nacional-socialismo. Incluso algunos, en
Alemania, pretendieron escribir de nuevo los Evangelios para eliminar la
influencia judía.
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Habíamos sido
víctimas de la peor de las canalladas. No podía dejar de pensar que el ser
humano es una caja de sorpresas. Y que muchas veces esas sorpresas son
terribles. Había aprendido –para siempre- que no hay límite a las aberraciones
que se pueden cometer por una supuesta ideología o por dinero.
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JEFE DE TAREAS DEL CAMPO DE EXTERMINIO DE TREBLINKA:
-Todas las
noches anotábamos un prolijo inventario. El dinero recuperado, el oro extraído
de las dentaduras, los objetos de valor (¡es increíble las cosas que son
capaces de esconder las judías en su vaginas!).
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El 42 fue el
mejor año de nuestro campo de Treblinka: alcanzamos la cifra de 713.555.
Nuestra eficiencia fue reconocida por todos.
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