EL DOLOR DE LA GUERRA
BAO NINH
18 octubre de
1952. NGHÊ AN. Vietnam
Ese otoño fue triste,
y la lluvia la prolongó. Recibieron orden de reducir drásticamente las raciones
de comida. Hambrienta, víctima de varios brotes seguidos de malaria, la tropa
estaba anémica, y el cuerpo de los hombres se cubrió de úlceras, que se veían a
través de la ropa gastada y rota.
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Los que
hemos quedado atrás en los campos de batalla de las Almas que Aúllan
fueron los más honorables. Sin ellos no habría
paz –repuso el conductor.
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Me quedo aturdido, impresionado por la
bárbara conmoción de revivir el combate cuerpo a cuerpo a bayonetazos y
culatazos.
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Los que sobrevivieron continúan
viviendo. Pero la voluntad ardiente que una vez fue la salvación de Vietnam, ya
no existe. ¿Dónde está la recompensa de progresismo que nos corresponde en pago
de la consecución de los sagrados objetivos de la guerra?
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Apasionadas discusiones sobre la
situación en la frontera norte, amenazada de invasión por parte de China debido
a la humillación que representaba para esta haber perdido a Pol Pot, destituido
del poder en Camboya por el glorioso ejército vietnamita.(…)
No. No era a los jóvenes a quienes les
gustaba la guerra, sino a los otros. Los políticos, hombres de mediana edad
barrigudos y pasicortos. No a la gente normal y corriente. Los recientes años
de contienda habían provocado suficiente sufrimiento y dolor para que les
durara mil años.
Kien no se vio envuelto en este nuevo
conflicto. Para él solo había una guerra, aquella en la que habían estado
implicados los americanos. Por lo que a él respectaba, esa había sido la guerra
definitiva, la que condicionaba todos los acontecimientos de su vida: la dicha,
la desdicha, las alegrías, las penas, los amores, los odios.
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Los fantasmas de la guerra los
perseguían y se hallaban presentes en una vida que cada vez se revelaba más
insoportable.
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EL BOBO DE
KORIA (RECOPILADOR)
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