LA CONCESIÓN DEL TELÉFONO


LA CONCESIÓN DEL TELÉFONO
ANDREA CAMILLERI

6 septiembre de 1925.PORTO EMPEDOCLE. Italia
17 julio de 2019.BORGO. Italia.


         Deberías rogarle a tu hermano Giacomino, o como se llame aquel que está empleado en la Prefectura de Montelusa, que solicite una respuesta a tres cartas enviadas por mí a ese grandísimo cornudo del prefecto Parascianno.
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         El uso de un nombre diverso del oficial, con el añadido de un mote (“injuria”) conocido sólo dentro de la restringida muralla de un pueblo, obedece a dos exigencias opuestas.
         La primera es la del ocultamiento en caso de peligro: con un doble (o triple) nombre se favorece el intercambio de personalidad, se genera un equívoco que favorece a quien es objeto de cualquier búsqueda.
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         -¡Por enésima vez os repito que se trata de una solemne metedura de pata de vuestro Panza-Burro o como demonios se llame!
         -¿Os prohíbo formalmente señor comisario, que os expreséis así en relación al descendiente de una familia de héroes!
         -Mirad, Excelencia, que también entre los héroes pueden encontrarse perfectos imbéciles.
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         Hasta le ha descrito cómo están hechos los gérmenes de la infección.
         -¿Y cómo están hechos?
         -Según Su Excelencia son de color rojo intenso y cada uno tiene más de dos mil patitas, no recuerdo el número exacto.
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         -¡Oh, grandísimo hijo de una apestosísima puta apestosa! ¡A trozos, lo hago, con el hacha, como buen cerdo que es!
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         -¿Hacéis lo que hacen marido y mujer?
         -No falta.
         -¿Lo hacéis a menudo?
         -Tres…o cuatro veces.
         -¿Por semana?
         -¿Se burla? Por día, padre.
         -Endemoniado, es un poseído por el diablo. ¡Pobre Taninè!
         -¿Por qué pobre? A mí me gusta.
         -¿Qué has dicho?
         -Que me gusta.
         -¡Debes hacer de modo que no te guste! ¡Sentir placer no es cosa de mujer honesta!...
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         Como usted sabrá, Pippo y yo éramos amigos; nos lo confiábamos todo.
         Y así, un día de hace al menos dos años, Pippo me dijo, haciéndome que le jurara el secreto, que se había follado a la señora LIllina, su mujer. (…)
         Esto es todo. ¿Y sabe por qué, a mi juicio, quiere la línea telefónica con su casa? Para poder hablar libremente con su mujer y establecer mejor los encuentros.
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         -Pippo mío, te amo.
         -¿Cuánto hace que salió el cornudo?
         -Una hora.
         -¿Y la criada?
         -Media hora.
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EL BOBO DE KORIA (RECOPILADOR)

        

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