LA INTRUSA
ERIC FAYE
1963. LIMOGES. Francia
El vehículo desciende, devora paradas,
devora, parada tras parada, seres humanos silenciosos y pensativos, empeñados
en descifrar sueños que superan su entendimiento. ¿Vivirán más intensamente
dormidos que despiertos?
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Debo decirle señor Shimura, aunque
puede que ya lo haya comprendido, que esa mujer vivió en su casa, en esa
habitación en la que, como había comprobado, usted apenas entraba, cerca de un
año. Sí, cerca de un año. Pero no crea que su casa es la única en la que había
fijado su domicilio. Había otros dos sitios donde dormía de vez en cuando.
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En tres meses, la crisis casi ha
conseguido hacerme olvidar que una mujer mordió el polvo mucho antes que
nosotros y que, a falta de techo, encontró refugio forzoso en la cárcel de la
ciudad.
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La Crisis deja a la gente un poco más
sola. ¿Qué significa ya ese “nosotros” que surge en la conversación cada dos
por tres? El “nosotros” se muere. En lugar de agruparse alrededor de un fuego,
los yoes se aíslan, se espían. Cada cual cree que saldrá mejor librado que el
vecino, y puede que eso también sea el final del ser humano.
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La idea de sentido fue inventada por la
humanidad para poner un bálsamo a sus angustias, y la búsqueda de sentido la
absorbe, la obceca. Pero ningún Gran Ordenador nos vigila desde lo alto del
cielo.
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EL
BOBODE KORIA (RECOPILADOR)
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