VALENCIA, TIERRA DE… FALLAS, NARANJAS Y
CHORIZOS
PUBLICAMOS ÍNTEGRO EL ARTÍCULO
POR EL INTERÉS QUE PUEDA SUSCITAR A LOS BUENOS PATRIOTAS
ZAPLANA, ENFERMO DE
CODICIA
PÚBLICO.ES
17-02-2020
Cuando le fue concedida a
Zaplana la libertad provisional debido a su enfermedad, los médicos ignoraban
que lo peor de su estado de salud no era la leucemia, sino la cleptomanía. Era
lógico puesto que ellos tratan con males físicos, no con taras espirituales. Al
poco de ser dado de alta, en el pasado mes de julio, Zaplana fue visto paseando
por la playa de Benidorm con las chanclas en la mano y luciendo ese
incomparable moreno de rayos UVA en franca contradicción con una de sus
principales aficiones: el blanqueo de capitales. Aparte de dinero, lleva toda
la vida blanqueando su pasado y ahora el moreno carcelario le va a caer encima
con un sol de justicia.
Porque el blanqueo sólo es
una más de todo el ramillete de acusaciones que pesan sobre él, entre las que
se cuentan prevaricación, fraude, delito fiscal, malversación de caudales
públicos, cohecho, falsedad documental, asociación ilícita para delinquir y
pertenencia a grupo criminal. Tampoco resulta muy difícil identificar el grupo
criminal al que se refiere el ministerio fiscal, cuando otro juez, encargado
esta vez del caso Gürtel, calificó hace poco al PP de banda organizada. De
Galicia a Mallorca y de Madrid a Panamá, la plana mayor de Aznar fue capaz de
realizar el viejo sueño de la Democracia Cristiana en Italia: saquear un país
entero hasta los cimientos con total impunidad. Además, sin necesidad de contar
con la mafia.
Fue Marcos Benavent, uno de
los muchos implicados en la apestosa trama de corrupción del PP en la Comunidad
Valenciana, quien identificó la bacteria, mucha más contagiosa que el ébola, la
gripe aviar o el coronavirus. "Yo era un yonqui del dinero" dijo.
Todo el mundo sabía de qué pasta estaba hecho Zaplana, aquel tipo al que
trincaron en unas grabaciones del caso Naseiro diciendo "Me tengo que
hacer rico porque estoy arruinado", escuchas que fueron anuladas por un
defecto de forma. Que semejante elemento llegara a ministro de Trabajo no es
más que uno de los innumerables sarcasmos aparejados a esa cultura del esfuerzo
promovida por Aznar que ha dejado las arcas públicas llenas de telarañas. La
apertura del sumario del caso Erial acredita dos décadas ininterrumpidas de
actividades delictivas en las que Zaplana arrambló con 19 millones de euros
procedentes de la privatización de las televisiones públicas, un botín
millonario que movió a través de 14 países, con comisiones depositadas en
Luxemburgo, Suiza y Andorra.
El sueño de tío Gilito de
Zaplana derivó a unos cruceros en yates de lujo en las que trasegaban langostas
regadas con cerveza Cruzcampo, para no desmerecer nunca del toque hortera
típico de los gángsters con gomina. González Pons, quien nunca tuvo reparos en
alabar la labor de los dirigentes valencianos y que acaba de perpetrar una
novela rebozada en una prosa digna del guión de una película porno, dice que no
hay que reprochar esos excesos en alta mar, puesto que en aquella época todos
los españoles nadábamos en la abundancia. Otra frase que parece extraída de su
novela. A Zaplana cabría preguntarle lo mismo que al millonario insaciable
interpretado por John Huston en Chinatown, de Polanski, cuando el
detective le dice qué más pensaba comprar con todo lo que tenía y todo lo que
había robado: "El futuro, hijo mío, el futuro".
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EL BOBO DE KORIA (RECOPILADOR)
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