LA ESPAÑA
VACÍA
SERGIO DEL
MOLINO
16 agosto de 1979. MADRID
Heterofobia significa miedo al otro. El
término califica actitudes que tienen que ver con nuestra organización tribal,
con el nosotros y el ellos y la identificación del ellos como amenaza.
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Los reformadores políticos salvo los
socialistas utópicos y los anarquistas del siglo XIX, siempre han visto el
campo como una molestia. (…)
Sólo los anarquistas creían que los
campesinos podían ser verdaderos sujetos de cambio y progreso.
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Pueblos que en invierno sólo están
habitados por dos o tres ancianos que pasan los días pegados al brasero y
llaman a la guardia civil en cuanto asoma un extraño.
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España vacía es un país extraño dentro
de Europa. Se aprecia desde la ventanilla del coche.
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Como arena, el
silencio sepultará las casas.
Como arena, las casas
se desmoronarán.
Oigo sus lamentos.
Solitarios. Sombríos.
Ahogados por el
viento y la vegetación.
LA LLUVIA AMARILLA –
JULIO LLAMAZARES
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Ningún dictador ha maltratado tanto y
tan persistentemente la España rural como Franco.
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Al llegar, Sender encontró un pueblo
(Casas Viejas) miserable, castigado por siglos de abandono, crueldad y pobreza.
No le costó atribuir la matanza a una manifestación ibérica del crimen, algo
propio de la España bárbara y de un gobierno que trataba a los campesinos con
la misma barbarie que les atribuía.
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El carlismo no estaba en el campo por
vocación, sino porque no había conseguido triunfar en las ciudades y había sido
expulsado de ellas. Por tres veces se alzó en armas con la idea de vencer a los
liberales en todos los frentes…Al verse relegados al campo, fueron acompasando
su ideología tradicionalista con la sensibilidad de los campesinos, y
encontraron un filón en el odio a las ciudades.
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Los carlistas recuperaron instituciones
medievales que querían contraponer a la administración moderna y liberal.
Frente a las provincias, reinos. Frente a los gobernadores, juntas,
generalidades y lehendakaris. Frente a la constitución, fueros.
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A la España vacía real no le han
quedado más que dos caminos: negar y destruir su propia tradición o
representarla en una función ininterrumpida al gusto de aquellos que
abandonaron hace mucho sus casas y sus calles vacías. (…) La tradición no es
más que una mentira compartida como si fuera verdad y transmitida con modales
religiosos, como tan bien sabía hacer el carlismo.
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EL BOBO DE KORIA
(RECOPILADOR)
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