Tras
esa puerta blanca
enferma
de limpieza
se
encuentran las afiladas cuchillas
que
desgajarán mi carne
los
tubos de drenaje
y
los cientos de gasas blancas
que
robarán el rojo de mis entrañas
palideciendo
mi faz temerosa
como
muñeco roto
permanezco
en la camilla
camino
de la sala de tortura
donde
los inquisidores blancos
jugarán
a los dioses
con
mi casquería enferma
orgullosos
de restar importancia
a
un insignificante como yo
que
alabaré sus manos violadoras
y
postraré mis rodillas
ante
aquellos que me libran de la parca
y
me regalan unos años
de
patética existencia
¿Porqué
no podría siquiera
morir
bajo un árbol
a
la intemperie e indefenso?
Acechado
por criaturas e insectos
que
esperan pacientes el último estertor
de
este animalucho rendido
que
anda cansado de análisis
de
radiografías cenicientas
de
auscultaciones y tocamientos
y
que en el fondo sabe
que
ningún cirujano lo arrebatará
de
las manos de la muerte
Paloborde
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