EL JOKER DEL CAPITALISMO
Extracto del artículo de ALEXANDER ESCOBAR,
publicado en REBELIÓN. 3-11-2019
“Estado
llamo yo al lugar donde todos, buenos y malos, son bebedores de venenos:
Estado, al lugar en que todos, buenos y malos, se pierden a sí mismos: Estado,
al lugar donde el lento suicidio de todos se llama «la vida»”. Friedrich Nietzsche.
Así habló Zaratustra
La sociedad está
hecha de monstruos edificados para devorarse a sí misma. Son monstruosidades
creadas a semejanza de masacres selectivas del pensamiento y el alma que
mantienen el orden de la política neoliberal, cuya economía se sostiene
engendrando la descomposición humana en todos sus niveles, en todos los
espacios de la vida para privilegiar estructuras dominantes del poder.
El andamiaje de la opresión imperial no se ha
levantado solo a base de injusticias, aparatos militares –paramilitares–,
mafias y dictaduras. Su veneno es de mayor alcance y cubre hasta los espacios
más íntimos y cotidianos de la sociedad. (…)
Ignorancia, odio,
desesperanza y resignación son algunas de las inyecciones letales que incautos
e inocentes beben de democracias que nacieron jubiladas, fachadas de la
dominación, donde traidores y arrodillados interpretan el papel de enfermeros
de la infamia que se encargan de suministrar la dosis constante de sumisión y
control social.
Las sociedades
capitalistas secuestran la dignidad y generan un tipo de odio controlado,
teledirigido a mantener poblaciones enfrentadas entre sí, a provocar angustias
y frustraciones del espíritu, o enfocado a volver al grueso de la sociedad
contra contradictores del sistema que representan una minoría en las calles.
No es extraño
entonces que Joker, película de Todd Phillips, genere preocupación.
Porque en Joker el control está perdido, provocando que el
odio engendrado por el sistema termine traspasando las fronteras del cuerpo y
el pensamiento que controla el capitalismo.
En Joker encontramos
a Joaquin Phoenix interpretando a Arthur Fleck, personaje
emocionalmente devastado que recrea soledades, violencias, frustraciones y
necesidades no atendidas del alma. Pero su dolor no encaja, no es importante
para una sociedad que premia la individualidad por encima de los abrazos, el
compartir y la solidaridad, que desdibuja y rompe vínculos afectivos, que
impone la acumulación de capital, la depredación a todo nivel, sin importar a
qué o quién haya que sacrificar para sostener privilegios de una clase
dominante.
Bajo el influjo del
capitalismo el espíritu de lucha y la pasión por la vida terminan corroídas.
Porque estamos a merced de un sistema que impone la competencia, el destruir al
otro como quien somete a un enemigo derrotado en la guerra, hasta fragmentar
los hilos afectivos que tejen solidaridad, procesos de trabajo colectivo y movilización
social organizada, para finalmente dejar poblaciones invadidas por odios y
frustraciones que aprenden a destrozarse a sí mismas y a
atacar a quienes tratan de impedirlo. (…)
El maquillaje del
capitalismo invade trayendo muerte. Los rostros poseídos por su máscara son
el Joker donde ya no media solución alguna más que el
asesinato, el borrar al otro, el sobrevivir sin importar cómo ni a quién se
pisotea, del mismo modo que actúa la competencia anulando a quienes se oponen a
los intereses de una clase privilegiada: esas son las enseñanzas, el libreto
del sistema que el Joker termina reproduciendo. (…)
Se escudan
calificando la película de “violenta” para agredirla. Sin embargo, lo cierto es
que los guardianes de la moral no atacan a Joker por la
violencia que expone la película. La atacan, aunque no lo digan, y sin sentir
la más mínima vergüenza, porque presenciamos una sociedad incapaz de pensar por
cuenta propia, carente de autonomía, pero capacitada para ser influenciada por
cualquier discurso sin sentido, violento, como el que llevó a Donald Trump a la
Presidencia de Estados Unidos: misógino y fascista. (…)
Queda al descubierto
que al sistema no le preocupa la violencia en sí. Su preocupación, su angustia,
radica en que la violencia se vuelva contra los privilegios de una clase
social; le intranquiliza que el odio, los vacíos del alma, el secuestro de las
condiciones materiales de existencia, vuelvan su enojo contra quienes
produjeron la injusticia, la iniquidad. (…)
Y gracias al cine el Joker continuará
su danza. Su cuerpo seguirá balanceándose al compás de las calles encendidas,
mientras HAL 9000 le contemplará desde el espacio soñando con el crujir
liberador del fuego. Sus pasos bordearán los precipicios y límites del alma, y
no se detendrán hasta recoger las cenizas de un sistema que habrá muerto a
manos de cada pueblo rebelado.
--
EL BOBO DE KORIA (RECOPILADOR)
No hay comentarios:
Publicar un comentario