Leo en un periódico
local, la noticia de que un preso de la cárcel de Picassent termina
el bachillerato con matrícula de honor. El artículo en general,
desprende ese olorcillo rancio de la derecha más añeja, vamos la de
siempre, por mucho que intenten lavarse la cara, o los himnos. Me
viene a la memoria cuando el enemigo público número 1 en España,
era conocido como, el Lute. Se reconvirtió en abogado, previo paso
por las instituciones carcelarias. El régimen no perdió la
oportunidad de llamar la atención sobre una clara y ejemplar
reinserción de uno de los criminales más famosos de España,
renacido como Don Eleuterio. Es pintoresco que cuarenta años después
y ante la obtención de un simple bachillerato, se anuncie a bombo y
platillo, por cierto, dejando en el más oscuro anonimato al autor de
la hazaña, que vaya por delante, que méritos de sobra tiene.
Mi llamada de atención
viene al caso por las pocas noticias que aparecen en la prensa
pública sobre el estado de los residentes de los presidios.
Olvidados y abandonados a su suerte, sometidos a una falsa política
de reinserción que los machaca y anula tras la impunidad de unos
muros y bajo la vigilancia de esa lacra funcionarial que son los
carceleros. Llámeseles como se les llame, cuya misión no es otra
que torturar y someter a la variopinta población reclusa, mediante
sanciones internas, castigos, y coacciones de todo tipo. Es un
escándalo silenciado, los abusos, los suicidios, las muertes, las
falsas denuncias, el abultamiento de penas que nada tienen que ver
con los delitos cometidos, sino con el enconamiento que existe para
que las noticias “de dentro” no tengan difusión en la calle.
El asunto por si mismo es
más que apestoso, con una hipocresía que roza el descaro, se ignora
un problema que arranca mucho más allá del simple delito, en la
situación de abandono social en la que se encuentran muchas
personas, exclusión provocada que es caldo de cultivo de la
delincuencia, donde miles de personas se hunden a diario sin ninguna
oportunidad de llevar una vida decente, atraídos por drogas y
alcohol y sometidos por una sociedad mercantil que los mastica y
escupe en las mismas condiciones que sus antepasados esclavizados.
Cualquier delincuencia
tiene un origen social, en sus fallos, carencias y afán por poseer
todo, deja por el camino un reguero de guetos y de desgracia. No hace
falta ir muy lejos para ser consciente de esto. Abrir los ojos está
al alcance de cualquiera que apague la televisión y salga de la
comodidad de su hogar, para dar una vuelta por los extrarradios de
sus ciudades, allí, donde ni siquiera llega la limpieza municipal, y
donde hay que mancharse los pies de barro.
La Cárcel no es una
solución, es una expansión del problema, un lugar donde se eliminan
personas, que no tuvieron la suerte de nacer privilegiados, la suerte
de la mayoría.
El reverendo Yorick.
*de un poema de Jesús
Lizano
No hay comentarios:
Publicar un comentario