MUERTA EN ESPAÑOL
La niña llegó en el barco de carga.
Tenía la varicilla gorda, hinchada, y los ojos de otro color que los suyos. En
el pecho le habían puesto una tarjeta que decía:”Sabe hablar algunas palabras
en español. Quizá alguien español que quiera”.
La quiso un español y se la llevó a
su casa. Tenía mujer y 6 hijos, tres nenas y tres niños.
-¿Y qué sabes decir en español, vamos a ver?
La niña miraba el suelo.
-¿Ser nice?
–Y todos reían-. Me custa el socolate. –Y todos se burlaban.
La niña cayó enferma. “No tiene nada”, decía el
médico. Pero se estaba muriendo. Una madrugada, cuando todosestaban dormidos y
algunos roncando, la niña se sintió morir. Y dijo:
-Me muero. ¿Está bien dicho?
Pero nadie la oyó decir eso. Ni ninguna cosa más.
Porque al amanecer la encontraron muda, muerta en español.
JUAN
RAMÓN JIMÉNEZ
LA VIEJA
Estaba ya convaleciente y empezaba a
hacer pinitos. Nadie en su casa la quería de veras. Sólo un formulismo de
cariño y atención. En realidad, deseaban que se muriera de una vez para
heredarla y libertarse.
La pobre, como una niña mimosa, no
resignándose, en su inconsciencia, a la distracción general llamaba la atención
de todos con voz finjida. Y cuando conseguía que la miraran, hacía como una
gracia, un alarde de andar sola, o cojida a esto o lo otro, creyendo que su
vida interesaba como la de un niño que empieza a andar.
Unas palabras corteses, con bocas
hipócritas, unas sonrisas sin simpatía. Y allá iba, mirando para atrás, sin
encontrar ya una mirada, salones adelante, intentando ir a la aurora y yendo,
por el impulso de todos, al cementerio.
JUAN
RAMÓN JIMÉNEZ
RECOPILADOR (EL BOBO DE KORIA)
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