Todo lo que se refería
a la nación (en la Revolución Francesa) recibió un carácter sagrado. En los más
apartados rincones se elevaron altares a la patria y se ofrecieron sacrificios.
Los días de fiesta de los patriotas recibieron el barniz de las festividades
religiosas. Hubo himnos, oraciones; distintivos sagrados, procesiones solemnes,
reliquias patrióticas, lugares de peregrinación que proclamaban la gloria de la
patria. Se habló sin cesar del honor de la patria, como se hablaba antes del
honor de Dios. Un diputado llamaba solemnemente a la Declaración de los
derechos del hombre, el Catecismo de la nación; el Contrato Social de Rousseau
se convirtió en Biblia de la nación. Creyentes entusiastas compararon la
montaña de la Convención con el monte Sinaí, en el que Moisés había recibido
las tablas sagradas de la ley. La Marsellesa se convirtió en el Tedéum de la
nueva religión. Una embriaguez de fe había invadido el país; toda consideración
crítica sucumbió en el
torrente de sentimientos.
NACIONALISMO Y CULTURA – RUDOLF ROCKER . Escrito en 1938
Pero una nación no es
nunca más que la consecuencia artificiosa de las aspiraciones políticas de
dominio, como el nacionalismo no ha sido nunca otra cosa que la religión
política del Estado moderno. La pertenencia a una nación no es determinada
nunca por profundas causas naturales, como lo es la pertenencia al pueblo; eso
depende siempre de consideraciones de carácter político y de motivos de razón
de Estado, tras los cuales están siempre los intereses particulares de las
minorías privilegiadas en el Estado.
NACIONALISMO Y CULTURA – RUDOLF ROCKER . Escrito en 1938
Todo nacionalismo es
reaccionario por esencia, pues pretende imponer a las diversas partes de la gran
familia humana un carácter determinado según una creencia preconcebida. También
en este punto se manifiesta el parentesco íntimo de la ideología nacionalista
con el contenido de toda religión revelada. El nacionalismo crea separaciones y
escisiones artificiales dentro de la unidad orgánica que encuentra su expresión
en el ser humano; al mismo tiempo aspira a una unidad ficticia, que sólo corresponde
a un anhelo; y sus representantes, si pudieran, uniformarían en absoluto a los
miembros de una determinada agrupación humana, para destacar tanto más
agudamente lo que la distingue de los otros grupos. En ese aspecto, el llamado
nacionalismo cultural no se diferencia en modo alguno del nacionalismo
político, a cuyas aspiraciones de dominio ha de servir, por lo general, de hoja
de parra. Ambos son espiritualmente inseparables y representan sólo dos formas
distintas de las mismas pretensiones.
NACIONALISMO Y CULTURA – RUDOLF ROCKER . Escrito en 1938
No son las diferencias
nacionales las que llevan a la fundación de diversos Estados: son los Estados
los que engendran artificiosamente las diferencias nacionales y las estimulan
con todas sus fuerzas, para hallar justificación moral a su existencia. Tagore
virtió esta oposición esencial entre nación y sociedad con las acertadas
palabras que siguen: Una nación en el sentido de unificación política y
económica de un pueblo representa en si una población que se organiza para un
objetivo mecánico. La sociedad humana como tal no tiene fines exteriores. Es
una finalidad por si misma. Es la forma natural en que se expresa el hombre
como ser social. Es el orden natural de las relaciones humanas que da a los
hombres la posibilidad de desarrollar sus ideales de vida en esfuerzo común.
NACIONALISMO Y CULTURA – RUDOLF ROCKER . Escrito en 1938
Todo arte grande está a cubierto de la limitación
nacional y precisamente nos subyuga porque roza las más ocultas fibras de
nuestra humanidad y revela la gran unidad del alma del hombre. Si estudiamos
detenidamente las creaciones de Francisco de Goya, que irradian el fuego propio
de las latitudes meridionales, veremos que, tras las formas externas del
ambiente de su país, soñaba el alma del artista, y había ideas y problemas que
trataba de resolver en su cerebro, y que no afectaban sólo a España sino a su
época. Porque todo arte datado de fuerza vital valoriza el sedimento espiritual
de su época, el cual tiende por sentimiento a la expresión. Y en esto consiste
aquello puramente humano que supera el ambiente extraño y nos conduce a la
tierra natal.
NACIONALISMO Y CULTURA – RUDOLF ROCKER . Escrito en 1938
Es indefectible: durante generaciones el nuevo Estado culpará de sus
males al Estado del que se ha independizado.
B. K.
EL BOBO DE KORIA (RECOPILADOR)
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