PEQUEÑOS CUENTOS MISÓGINOS I
PATRICIA HIGHSMITH
19 enero de 1921. WORTH. EE. UU.
4 febrero de 1995. LOCARNO. Suiza
LA
MANO (extracto)
Un joven le pidió a un padre la mano de
su hija y la recibió en una caja; era su mano izquierda.
PADRE: Me pediste su mano y ya la
tienes. Pero, en mi opinión, querías otras cosas y las tomaste.
JOVEN: ¿Qué quiere usted decir con eso?
PADRE: ¿Tú qué crees que quiere decir?
No me negarás que soy más honrado que tú, porque tú cogiste algo de mi familia
sin pedirlo, mientras que cuando me pediste la mano de mi hija, yo te la di.
(…)
El joven quería ver a la hija, e hizo
un esfuerzo, pero se encontró bloqueado por los comerciantes que le asediaban. La
hija estaba firmando cheques con la mano derecha. Lejos de haberse desangrado,
estaba lanzada a toda marcha.
El joven anunció en los periódicos que
ella había abandonado el domicilio conyugal. Pero tenía que probar que lo
hubiera compartido antes. Aún no era “un matrimonio”, ni en el juzgado ni por
la iglesia. Sin embargo, no había firmado un recibo cuando le entregaron el
paquete. (…)
Cuando se volvió loco, todo aquello que
le había sucedido, el haber pedido y recibido la mano de su amada, se le hizo
inteligible. Comprendió la terrible equivocación, crimen incluido, que había
cometido al pedir algo tan bárbaro como la mano de una chica.
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LA
ENFERMA O LA ENCAMADA (extracto)
La realidad era que no estaba segura de
conservar a su hombre a menos que fingiera una lesión, adquirida precisamente
estando con él.
Philippe, sin embargo, estaba muy
enamorado de ella, así que no debería haberse preocupado tanto. No obstante,
enganchar firmemente a Philippe y asegurarse, además, una vida de ocio, por no
decir pasarse el resto de sus días echada boca arriba o como prefiriese tumbarse
cómodamente- no era pequeña ventaja. ¿Cuántas mujeres podían pescar a un hombre
para siempre, sin darle nada en absoluto, sin siquiera hacerle la comida, y
que, a pesar de todo, las mantuviese a un nivel bueno? (…)
-Pensar que yo soy el causante de todo
esto, le dijo Philippe a uno de sus amigos-por haberla llevado a Chamonix
-Pero ¿por qué se encuentra siempre
bastante bien en agosto? –contestó el amigo- ¿Crees de veras que es una
enferma? Recapacita, hombre. (…)
Así que el undécimo agosto en Cannes,
Philippe hizo acopio de todo su valor. Nadó mar adentro detrás de Christine con
un alfiler entre los dedos. Clavó el alfiler en su flotador e hizo dos
pinchazos, uno en cada ala blanca. (…) Philippe intentó y consiguió hundir a
Christine, aunque al mismo tiempo tuvo cierta dificultad para mantenerse a
flote. Sus confusos movimientos, vistos por unas cuantas personas finalmente,
parecían los de un hombre tratando de salvar a alguien que se ahogaba. (…)
Christine no supuso ninguna pérdida
para Philippe, salvo el gasto del entierro. Pronto le desapareció la tripa y,
con gran sorpresa suya, se encontró de repente en buena posición económica, en
lugar de tener que gastar hasta el último céntimo. Sus amigos le felicitaron,
pero cortésmente y en abstracto. NO podían decirle exactamente: “Gracias a Dios
que te has librado de esa hija de puta”. Al cabo de unos seis meses conoció a
una chica muy simpática, llena de energía, a quien le encantaba cocinar y,
además le gustaba acostarse con él. A Philippe incluso le volvió a crecer el
pelo.
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EL
BOBO DE KORIA (RECOPILADOR)
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