En el cementerio de El
Pardo, en Madrid, (Población que a muchos de ustedes les sonará de
algo) se encuentra enterrado Trujillo, para los que no lo sepan, les
aclaro, Rafael Leónidas Trujillo, fue un dictador caribeño, que
llevo las riendas de Santo Domingo, durante más de 30 años. Asesino
implacable de miles de haitianos, y de algunos miles de paisanos
también. Como buen dictador, era megalómano, excentrico, y por
supuesto desequilibrado.
Instauró un régimen
sanguinario apadrinado por los USA, quienes necesitaban este tipo de
aliados para controlar el gobierno comunista de Fidel Castro en Cuba.
En tal tesitura, Trujillo gobernó a capricho de manera anacrónica y
aprovechada. Hasta que perdió el favor de los americanos, ejecutando
la operación “Galíndez”. Éste fue un exiliado vasco del
PNV, que primero fue acogido en Santo Domingo, y después se fue a
Nueva York, donde escribió varias conferencias denunciando la
dictadura de Trujillo. Esto fue más de lo que el dictador pudo
aguantar, y orquestó su secuestro y posterior asesinato.
Después de esta historia,
la CIA, comenzó a apoyar en secreto a grupos anti-Trujillo en Santo
Domingo, grupos que acabarían por asesinarlo a tiros dentro de su
coche.
Casi inmediatamente
después de su asesinato, la familia del dictador, no sin antes
llenarse bien la faltriquera, salía del país, rumbo a España, si a
España, donde Franco los esperaba con los brazos abiertos.
En la foto que acompaña
este texto, puede verse a los dos asesinos auto-emparentados con
Dios, en una visita que el caribeño realizó a España años antes.
Foto absolutamente preparada por la propaganda del régimen, donde
casualmente unos dominicanos portan una pancarta loando a su “padre
benefactor” La indumentaria de los dos asesinos lo dice todo, uno
emulando a Napoleón, y el otro “generalísimo” de los 3
ejércitos y del resto de desgraciados que vivieron bajo su yugo. Una
imagen esperpéntica y despreciable. En Santo Domingo, no era raro
encontrarse con pancartas y luminosos donde sin pudor se escribía:
Trujillo y Dios. Y recordemos que su homónimo español gustaba de
pasearse bajo palio, y declaraba su país como la reserva espiritual
de Europa. Sin duda que dos buenos hijos de Dios.
La caida en desgracia de
uno de ellos, hizo que el otro recibiera con los brazos abiertos a su
clan más íntimo. Siempre me he preguntado a cuantos dictadores y su
séquito se les daría refugio en la piel de toro. Se que una rama de
la familia Somoza también aterrizó en Madrid. Un sobrino-nieto suyo
y yo, coincidimos en las milícias, allá por 1986.
El olvido suele ser
condescendiente con los dictadores. Trujillo descansa tranquilamente
en El Pardo, donde también se encuentra su hijo Ramfís (Uno de los
brazos ejecutores de la dictadura) cuyo nombre atiende a otro de los
gestos de megalomanía bananera de su padre, Ramfís y Radhamés que
así llamaba a dos de sus hijos, eran nombres extraídos de la ópera
Aida. Su hijo, como les decía, se mató en Madrid con su deportivo,
cuando se dirigía a la exclusiva urbanización de “La Moraleja”
donde chocó de frente con una marquesa, o duquesa, o baronesa, que
para el caso es lo mismo.
Nuestro pequeño dictador
ya saben donde descansa, acompañado por el fundador e ideólogo de
la Falange. Pero a mí, el mejor ejemplo de “cojones mortuorios”
por llamarlo de alguna forma, o de desafío después de la muerte, es
la tumba de uno de los reyezuelos de Franco: El general Queipo de
Llano, que ni corto ni perezoso, se hizo enterrar en Sevilla, ciudad
de cuya caída durante el alzamiento fue artífice. Concretamente
ante los pies de uno de los iconos religiosos de tan mariana y
estulta urbe. Sus restos descansan ante la imagen de la Macarena, y
estoy seguro de que más de uno y de dos, matarían antes de que se
moviera de allí. Y allí sigue, donde una carcajada parece oírse
retumbando por el templo, ante las caras atónitas de los turistas
que se acercan a contemplar tan venerada imagen, y donde un muchacho
una vez, escupió sobre la lápida en un gesto impotente y baldío de
rabia y dolor.
El reverendo Yorick.
1 comentario:
Los cerdos se unen en la piara, es su sitio. Sí, la madre patria acogió a muchos hideputas que debieron de ser reventados por una ORSINI. Por desgracia, suelen morir en la cama.
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