Blogletín crítico-sociológico anexionado a la internacional anti-estulticia
SI, OTRA TEORÍA DE LA CONSPIRACIÓN
El otro día, estando en un estado de duermevela me puse a pensar. Pensaba en estos tiempos que vivimos, en el “coco” de nuestros días, que no es otro que la crisis. Le daba vueltas, a ese llamado “estado de bienestar” y pensaba en las convulsiones del siglo pasado. Me preguntaba a mi mismo, si hoy día sería posible que la situación desembocase en una guerra mundial. Y la misma historia se encargó de responderme. El camino de las guerras mundiales, por el momento estaba cerrado. Si como se ha demostrado, el capitalismo es un animal despiadado que aprende de sus errores, y de su propia mutación. Después de la segunda guerra mundial, debía hacerlo. Después del reparto del mundo, de la reconstrucción, y del crecimiento posterior de las economías había que ir más allá.
Bien sabían los tecnócratas de entonces, que había que acabar con cualquier atisbo de revolución, un siglo de luchas obreras lo demostraban, así nació el estado de bienestar.
Los trabajadores del primer mundo entrarían a formar parte de una nueva clase con poder adquisitivo, mediante créditos de todo tipo, dejarían de soñar con coches, casas, lavadoras o equipos de música, porque ahora podrían poseer todos esos cachivaches. Las huelgas generales y violentas, cada vez eran menos, poco a poco, de la mano de la televisión, se fue entrando en una aceptación del presente, con la consiguiente muerte de la clase trabajadora. Se abandonaron los puestos de trabajo sin cualificar, de repente todo el mundo quería ser importante, los barrenderos, pasaron a ser: Técnicos de recogidas de residuos urbanos. Así en todos los oficios se inventaron una nueva nomenclatura, que borrara la realidad, que difuminara mediante palabras hábiles lo que pasaba de verdad, y que no era otra que una claudicación evidente en manos de quien arrojaba las miguitas de pan con las que el pueblo entero decidió conformarse.
Pero como decía antes, el capitalismo nunca duerme, y su hambre voraz, genera un ansia de consumo que no puede parar. Pero si todo el mundo tiene lo que necesita, por muy rápido que vaya el nivel de renovación de tanto objeto inservible, se llega a un punto, en que las producciones se frenan, todas las economías del primer mundo se colocan prácticamente al mismo nivel, mientras la otra mitad del mundo sigue siendo un almacén de productos y materias primas. ¿Qué ocurre entonces? ¿Otra guerra? Que devaste medio mundo para volver a empezar a reconstruirlo. No. En el mundo ya no hay enemigos lo suficientemente fuertes como para hacer creer que se enfrentarían entre ellos. Además desde que comenzó la globalización ese camino estaba desestimado. Las consignas de hermanamiento mundial inundan los noticieros desde hace una década, ya nadie mira de fronteras para adentro, sino que los países forman parte de algo superior, en lo que hay que creer y mantener a toda costa.
Y llegado a este punto, es donde se me ocurrió lo de la teoría de la conspiración, es decir: ¿Y si la temida crisis de los mercados a nivel mundial fuera un estudiado sistema para acabar con el estado de bienestar?
Si los políticos de todo el mundo repiten las mismas consignas, que hay que salvar el sistema financiero, que es el que mantiene las pensiones, los subsidios, la sanidad, la educación, etc. Lanzando un cortina de humo, sobre el fracaso del capitalismo. Y provocando al mismo tiempo una paralización del mercado laboral, de los créditos bancarios, e instando a todo el mundo a aceptar las reformas laborales, las subidas de impuestos, y los recortes sociales. Con el fin de acabar con lo que hemos aceptado como nuestro: el estado de bienestar. -Que nadie toque mi coche, ni mi casa, ni la carrera universitaria de los niños. Esto tiene que acabar en un par de años…
Pero si al mismo tiempo, esa clase media, acepta el problema como suyo, compadece a sus gobiernos, a sus bancos, y se cree que aquí vamos todos juntos en el mismo barco. Estamos acabados. Completamente a su merced, y a un paso de que los más pobres de todos acaben como esclavos, mendigando un miserable puesto de trabajo, mal pagado, sin seguro, y por cuatro duros de sueldo. Pero como decía el refrán: “el mal de muchos se convierte en consuelo de tontos” Y una vez más el Capitalismo habrá resurgido de sus cenizas, simplemente cerrando el círculo y retrocediendo más de cien años. El sistema de pensiones será un lejano recuerdo, la sanidad pública también, la educación gratuita igual. Y los que antes eran clase media, convencidos de que todos juntos saldremos de esta, mientras cargan sacos de carbón, para encender las miserables cocinas de las chabolas por las que pagaron miles de euros.
Ah! Y tranquilos, dentro de cuatro años se vota de nuevo a los de antes, castigando a los de ahora y todo arreglado…
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1 comentario:
Coincides con una frase que últimamente vengo repitiendo a mis interlocutores: LA III GUERRA MUNDIAL, sin sangre. El voraz Capitalismo nos vuelve a ganar, como siempre.
Pienso que lo peor de lo que expones se da cuando la gente asume que todo lo que nos están expoliando es inevitable.
A tener en cuenta que todos los derechos que nos quiten ahora, no se recuperarán nunca más.
Muy certero tu artículo.
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