I’m a man.
Yo soy un hombre. Dice un viejo blues.
Yo soy un hombre marcado por la contradicción. Soy un hombre marcado por la educación. Soy un hombre marcado por mis temores. Y por mis odios. Y por mis amores. Y por mis miserias. Y por mi pensamiento.
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Todas estas marcas me llevan a posicionarme en el mundo. Posicionan mi pensamiento y me posicionan a mí. Y desde mi posición yo digo y decido, lo que es bueno y lo que no lo es. Pues mis defectos terribles también marcan. Y desde mi posición, como decía, tomo partido. Y digo: - me considero hombre del pueblo. Quiero el bien para él, para mí, para todos-
Y en todos los momentos de la historia muchos hombres piensan diferente. Y los considero mis enemigos. Digo: - Oprimisteis a mi pueblo y os odio-
Digo: -matasteis a los hombres buenos y os odio- Y digo, muchas cosas más. Y siento el calor del odio. De la rabia, de mi mismo, empujado por mis pensamientos, que me cargan de razón. Y sacralizo a los muertos de mi lucha. Hago bandera de ellos y juro sobre la tierra que los cubre que no descansaré para evitar que caigan en el olvido. Que lucharé para que se reconozca su papel en la historia llena de mentiras y demonizaciones.
Y en el fondo de mi mente creo un enemigo. Al que juro combatir. Y oigo otras voces que claman como la mía. Y sonrió para mis adentros. –No estoy solo- me digo. Y lo creo. Creo pertenecer al bando de los oprimidos. Encuentro a otros como yo y creemos ser diferentes. Jugamos a serlo, y juramos nuestro odio para siempre.
Pero ocurre algo. Y alguien, a quién me creía hermanado mata. Mata a otra persona sencilla, como antes las mataron nuestros enemigos. Matan en nombre de cualquier cosa, y se bañan en sangre. Y se creen una causa y un motivo para matar. Y yo pienso en mis muertos. Y pienso en mi posición. Y en que soy un hombre oprimido. Y todo esto pienso, mientras veo a personas sencillas como yo, que lloran a sus muertos. Y veo que quien se baña en sangre habla de paz mientras limpia sus manos. Y yo recuerdo mis juramentos y pienso en los juramentos de odio que pueda lanzar quién ve arrancar de sus manos a un ser querido. Y pienso. Y me pregunto: ¿Cuál es la diferencia entre su dolor y el mío? Lo observo bien, al muerto, lleva una camisa de cuadros, como las que uso yo, y en las bolsas de la compra caídas por el suelo se ve, el mismo café, el papel higiénico y las latas de conserva que compro yo. Y mi mente se vuelve, con una pregunta muda hacía quién porta el arma ¿………?
Y me pregunto mientras me tiro de los cabellos:
¿Quién soy yo?
I’m a man.
Dice la canción.
Yo soy un hombre, marcado por la contradicción.
Yorick
1 comentario:
Gracias por esta reflexión en voz alta. Me he planteado lo mismo es más de una ocasión..Cuando el protagonista de la historia es uno de los nuestros, nos damos cuenta de esa realidad virtual a la que llamamos "principios","conciencia" ...Lo peor de todo, o lo mejor, quien sabe, es que en el fondo de todo, el vivir esas situaciones de contradicción moral nos hacen ser más tolerantes, o al menos, nos enseñan a no juzgar tan rápido y no dejarnos llevar por lo que dicen de unos u otros...siempre, siempre, hay que calzarse los zapatos de todos los que intervienen en la partida..ojalá fuese capaz de hacerlo
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