Unos años han pasado ya desde la última vez que se celebraron festejos taurinos en el pueblo, sumados a los de la pandemia, parecía que aquello quedaba en el recuerdo. El renovado ayuntamiento de Compromis se notaba en pequeños cambios. Pero no, este año, anunciado a bombo y platillo desde el bando municipal y empapelado los comercios con la propaganda del evento, volvía la barbarie, la sinrazón de un festejo anticuado y trasnochado. Este pueblo empujado por la inercia del inmovilismo se deja arrastrar por tradiciones que fomentan unos pocos, y que sin vergüenza respalda el consistorio. Llevado por la indignación decidí hacer una pintada en el suelo, a la entrada del edificio municipal, para dejar constancia de que no todos los vecinos compartimos su sed de sangre y crueldad. Fui a cara descubierta a sabiendas de que existen cámaras que captan la puerta del ayuntamiento. Para mi disgusto, el lunes siguiente por la mañana, la pintada había desaparecido. Un gesto tonto de impotencia y desengaño. No habían pasado dos semanas y recibí la visita en mi casa de un agente municipal y la 2ª Teniente de Alcalde para hablarme del asunto. Digamos que se me perdono el “pecadillo” y la denuncia, siempre y cuando pagara los gastos de limpieza que por otra parte me parecieron abusivos. Se me aconsejó utilizar otras vías, como la recogida de firmas en contra de los festejos taurinos. ¿En Casinos? pensaba yo, ¿quién firmaría una cosa así? ¿tenemos las personas de a pie que hacer el trabajo de las instituciones? Hablamos de un pueblo donde se fomenta y protege especialmente actividades como: La caza, los toros, pruebas de dudoso carácter deportivo como las travesías de todo-terrenos y las motos. Actividades todas que solo gustan a unos pocos y que reciben todo el apoyo del gobierno local.
Tiene gracia que a la entrada del pueblo han colocado unos carteles en los que reza que Casinos es un municipio libre de violencia de genero. ¿De verdad? Es curioso la cantidad de “Machos Alfa” que pululan por sus calles, las mujeres por el contrario no parecen ejercer ninguna actividad lúdica, más allá de ir a clase de pilates y encargarse de su prole. Todas las actividades citadas anteriormente fomentan el machismo, educan en la violencia, la barbarie, y el gusto por la sangre. Sin una buena dosis educativa, el pueblo seguirá anclado en unas prerrogativas históricas de dudoso gusto. La esperanza estaba puesta en nuevos equipos de gobiernos, más jóvenes, con más mundo en las espaldas y con más ganas de avanzar como pueblo, dejando atrás la oscuridad de tiempos pasados. Parece que por ahora eso no es posible, la linea a seguir no pasa por perpetuar monstruosidades que hacen de nosotros peores personas. Mientras no entendamos eso, nunca saldremos de la caverna.
Yorick.